Tu vida la vivís de la mejor manera y das lo mejor de vos. Vivís, sentís y amás como aprendiste. Sin maestros, ni alumnos. Lo hiciste golpeándote e intentando ser feliz.
Luchaste y lo seguís haciendo, ya que la vida por momentos nos quiere tirar, pero tu fortaleza podrá vencer.
Te cuesta volver a creer, pero es lo que debemos hacer.
De la misma nada, un día, una tarde, estás con la persona que adorás, que empezaste a querer y tenés muchas ganas de que sea a quien querés amar el resto de tu vida; lo pasás increíble y lo que hiciste, le encantó. Te hace bien saber que tu ser amado está bien y se alegra de ese encuentro. Pero te hace mal verte en el presente así, en este estado de soledad casi eterna.
Nunca creíste que se iría. Los días pasaban y en tu interior, sabías que existiría un nuevo encuentro. Ya los días se hacían demasiado largos y no llegaba el encuentro. Tu cuerpo reaccionó y quebraste. No supiste aguantar esa partida.
Te acordás cuándo diste el último beso?
Lo diste realmente con pasión?
Sabías que era una despedida?
La rutina nos puede matar y a la vez, tampoco podemos estar creciendo cada día y superarnos. Las exigencias del amor no tendrían que ser tantas. Dar, sí, dar lo mejor sabiendo que lo hiciste por vos y por tu pareja. Soñaste, pero no lo hiciste sola. Imaginaste situaciones y tampoco las pensaste para vos. Fuiste un solo ser con ganas de empezar a vivir de a 2.
Aprendiste detalles de su vida. Incluso los menos importantes, pero lo hiciste sabiendo que te importaba, que al saber más y más, tu amor crecería y así fue. Pero se ama entre 2.
No hay perfección en uno solo. Nos complementamos de a 2.
2 piezas unidas que juntas se amarán por siempre. Las que no tienen pasado alguno. Las que el futuro se hace minuto a minuto.
Y ese beso hoy ya es un recuerdo.
Darías mucho de vos por un nuevo beso, por sentir esa sensación al tocar esos labios y sumarle un abrazo y mirar, darte cuenta que estás delante a quien querés para tu vida.
Te dio mucho y hoy no está. Le diste mucho y hoy no está.
No querés hacerte la idea de que jamás volverás a estar a su lado. Y el título no sería como pareja, ya que estos golpes y esta separación te hizo ver las cosas de otra manera. Pero creés que se puede seguir de otra manera. El alejamiento te destroza y tu cuerpo lo sabe. Ya lo viviste y no te lo bancás. Caíste demasiadas veces y querés levantarte y sentís que no podés.
El remedio más a mano, el que tenés a tu alcance, es el recordar los buenos y pequeños momentos. Esos en los que te veías muy bien a su lado. Te gustaba lo lindos que se veían y que hacían una hermosa pareja. Estás en la realidad y sabés que no hay solución, que no podés obligar a que alguien esté con vos. Solo podés recordar y eso nadie te lo podrá sacar.
Ese último beso que diste, ese sabor hermoso que se siente cuando amás a alguien, debe ser tu empuje a buscar la felicidad que tanto deseás para tu vida.
MARIANO SANTORO