Son varias las veces en las que nos sentimos absolutamente solos y estamos rodeados de personas.
Sentirse completo, es sentirse pleno, feliz, satisfecho por haber logrado algún beneficio o algo que nos hace sentir superados; como que llegamos a un nivel esperado.
Completos, llenos.
De amor o de lo que fuere y que durante un tiempo, estaremos bien.
Esa meta ha llegado y en ella, nos sentimos felices.
La ausencia es lo contrario.
Sentirnos ausentes, faltos, como idos de cualquier tema, como si estamos con alguien y nos hablan y no prestamos atención a lo que nos dicen; nuestra mente está en otro lugar y ese lugar, está lleno de problemas, dudas y proyectos aún incompletos.
Ausentes por estar incompletos.
Como que todo lo que esté en nuestros planes, deberá ser llenado con ideas nuevas.
Como que lo que está ausente, nos daña, nos duele porque sentimos que es necesario tenerlo.
No hay error en sentirse de ambas maneras.
Lo más grave es sentir ambas al mismo tiempo.
La ausencia que mas padecemos es la de otro ser.
Ese que dimos lo mejor de nosotros y que por alguna circunstancia, hoy no está a nuestro lado.
Los recuerdos, presentes; nos traen muchos momentos y ese vacío se siente.
Completar o llenar esos vacíos no depende de un cuerpo, sino de un alma.
De saber que alguien estará con nosotros porque nos admira, porque nos quiere y nos ama.
Porque quiere vivir y ser parte de nosotros.
Porque nosotros sentimos que esa otra mitad nos completará como seres humanos sentimentales y sensibles.
Todo lo que supimos guardar; hoy se hizo colección de sentimientos.
Todo lo que supimos experimentar, hoy nos trae una linda sonrisa al saber que dimos y recibimos amor.
Hoy no tenemos al lado a quien quisimos, a quien queremos y eso no debe ser jamás un impedimento para seguir soñando y tener fe.
Sentirnos completos es una misión.
Y esa ausencia, se transformará en presencia!
MARIANO SANTORO
Sentirse completo, es sentirse pleno, feliz, satisfecho por haber logrado algún beneficio o algo que nos hace sentir superados; como que llegamos a un nivel esperado.
Completos, llenos.
De amor o de lo que fuere y que durante un tiempo, estaremos bien.
Esa meta ha llegado y en ella, nos sentimos felices.
La ausencia es lo contrario.
Sentirnos ausentes, faltos, como idos de cualquier tema, como si estamos con alguien y nos hablan y no prestamos atención a lo que nos dicen; nuestra mente está en otro lugar y ese lugar, está lleno de problemas, dudas y proyectos aún incompletos.
Ausentes por estar incompletos.
Como que todo lo que esté en nuestros planes, deberá ser llenado con ideas nuevas.
Como que lo que está ausente, nos daña, nos duele porque sentimos que es necesario tenerlo.
No hay error en sentirse de ambas maneras.
Lo más grave es sentir ambas al mismo tiempo.
La ausencia que mas padecemos es la de otro ser.
Ese que dimos lo mejor de nosotros y que por alguna circunstancia, hoy no está a nuestro lado.
Los recuerdos, presentes; nos traen muchos momentos y ese vacío se siente.
Completar o llenar esos vacíos no depende de un cuerpo, sino de un alma.
De saber que alguien estará con nosotros porque nos admira, porque nos quiere y nos ama.
Porque quiere vivir y ser parte de nosotros.
Porque nosotros sentimos que esa otra mitad nos completará como seres humanos sentimentales y sensibles.
Todo lo que supimos guardar; hoy se hizo colección de sentimientos.
Todo lo que supimos experimentar, hoy nos trae una linda sonrisa al saber que dimos y recibimos amor.
Hoy no tenemos al lado a quien quisimos, a quien queremos y eso no debe ser jamás un impedimento para seguir soñando y tener fe.
Sentirnos completos es una misión.
Y esa ausencia, se transformará en presencia!
MARIANO SANTORO