Mirar hacia dentro en el viaje interior.
No se trata de búsqueda, sino de bucear en el ser.
Y en ese crecer espiritual, nos vamos conociendo.
Siendo en cada instante, menos pensantes y más sintientes.
Y es en el tiempo presente en el que nos comportamos de una manera especial.
Y lo esencial, es el despertar mientras estamos viviendo.
Sabiendo que en cada segundo, el aprendizaje aumenta.
Y tienta saber que siempre hay más.
Y en esa cantidad es cuando perfeccionamos la calidad de lo que somos.
Núcleo que contiene a todo el cuerpo.
Núcleo que tiene la misión más importante de nuestra vida.
Amanecer y dejar que lo material se fusione.
Toda mixtura es parte de la dulzura de la existencia.
Y la ciencia juega con la fe para seguir mostrando que hay más por conocer.
Descubrir e ir al encuentro de las sorpresas.
Esas delicias que brillan y el rostro se ilumina.
Y esa luz aumenta y marca el destino, de nuestro camino en tiempo futuro.
El rostro que más conozco es el del corazón.
Cierro mis párpados, para abrir mi vida.
MARIANO SANTORO