martes, 3 de febrero de 2009

Cárcel de miedos

Mucha gente vive encerrada en su propia jaula, una especie de casa privada donde cada día nos llenamos de armaduras. Los fantasmas del pasado siguen rondando la casa y lo que es peor, nuestra mente y pensamientos. De a poco nos transformamos en seres encaprichados y con menos fuerza para poder luchar esa gran pelea contra nosotros mismos y en que la mayoría de veces, perdemos. Un estado anímico insoportable nos invade y no vemos ninguna salida. Creemos que somos superhéroes y solos, vamos a salir de este temible lugar. Necesitamos ayuda, de la que sea con tal de que sea sincera y amigable. Podemos mirar hacia arriba o mejor dicho, hacia nuestro interior y pedirle a Dios, esa ayuda tan preciada. Si nos quedamos dentro; la tristeza, la angustia, la melancolía, el insomnio, la depresión y cerrarnos a la posibilidad de ser felices, se hará presente y nos costará mucho más abandonar ese caparazón. Nada es fácil, pero esta tarea es casi obligada concretarla, ya que se trata de nosotros mismos.
MARIANO SANTORO