Y un día llega.
Un día decidimos hacer un balance y vemos que las cosas estaban bastante desordenadas. Tambaleando.
Todo lo que amamos y fuimos apilando se está por caer.
Un día juntamos fuerzas y lo que dijimos que nunca haríamos, comenzamos a hacerlo.
He borrado algunos recuerdos, pero en mi mente están. Me he desconectado y alejado de personas que quiero y al creer que se fueron, aparecen de alguna manera. Los recuerdos están y a la vez, soy absolutamente libre de tener fe y creer en un nuevo amor. Del amor que he dado y que deseo materializarlo. De todo lo que di e hice, todo eso junto y por un milagro de Dios, verlo hecho un ser viviente.
Balance de vida, de amor, de fe.
Cuando peor estamos es cuando más debemos creer.
En la angustia, se valora la alegría.
En la pérdida, se valora el ser dueño.
Somos dueños de amar y sentir y no temer a decir lo que nuestro corazón siente.
Somos sensibles, ya que dentro de nosotros hay un niño con ganas de jugar al amor y ser feliz.
En la inocencia no hay temor, ni equivocación.
No existe lo negativo si en algún momento lo reconocemos.
Nadie es santo si no existiera el pecado.
Mi pecado podría ser querer a alguien que me ha hecho daño.
Mi salvación, es creer que podré superarlo.
Mucho por delante, porque el camino es largo. Y detrás, hay varios caminos que hemos tomado y fallamos, nos equivocamos, creímos y fuimos estafados. Dimos de más y no lo valoraron.
Siempre podemos darnos la chance de empezar de nuevo y mucho más, si algo no tuvo un buen comienzo. Mezclar y dar de nuevo. Todos tenemos una mala mano en la vida. Lo que tanto nos costó debemos ordenarlo y poner las prioridades al alcance. Todo tiene un orden. Ordenemos nuestro corazón, para que pueda querer a quien lo merezca. Y si llegamos a notar que estamos por hacer o que algo de lo que nos costó lograr lo estamos por perder, luchemos y pidamos ayuda. Entre 2 es más fácil seguir el camino. Alguien nos guía, alguien nos muestra lo que está por delante. El destino tiene sus leyes y muchas veces no las entendemos.
Y la sabiduría, está en creer.
MARIANO SANTORO