A nosotros, se nos puede ver en algún que otro momento como quebrados. Muchas cosas nos hacen sentir así. El creer, confiar y tratar de ser buena gente y del otro lado, recibimos energía muy negativa; todos los hechos que pasan son tremendistas, nos involucran en situaciones jamás imaginadas. Gente que se victimiza y nos llenan con problemas que nos hacen tambalear. Hasta nos pueden amenazar y es nuestro deber estar bien seguros que no somos culpables. Nadie puede obligar a alguien a ser parte de su vida. Una pareja llega a serlo porque los 2 se eligieron y decidieron seguir juntos. Todos soñamos y todos nos despertamos de esos sueños. Hay películas que nos transportan con esa magia del "Todo se puede".
Ser feliz, es nuestra misión y en lo posible, siendo buenas personas, sin hacer daño, pero nos lo hacen a cada minuto. Hay seres humanos que se la pasan probando al otro, tirándoles cargas encima para ver si puede obviarlas. A modo de un examen y jugando con la salud o algún problema.
La mentira es la madre del gran juego que es hacer daño. Llega un día en que al acumular tantas mentiras, nos cansamos y simplemente nos bajamos. Aunque hablamos y dijimos cosas sinceras y de corazón; llega el día de vencimiento. Dar chances y oportunidades a personas con problemas de inseguridad que insultan y amenazan para retenerte, no sirve.
Estamos viviendo una era muy difícil y rara. Existen cada día nuevas opciones de conocer a hombres y mujeres y el engaño es prácticamente una obligación. Probar hasta el límite y ver hasta dónde llegamos o aguantamos. El no dar la cara es lo que hacen, el no querer enfrentarnos y dar nuestra versión para defendernos, ya que somos los únicos que podemos hacerlo.
Sigamos confiando, pero con cautela.
Soñemos, pero con gente que sepa fantasear y no bajarse de lo que pueda llegar a pasar. Tengamos fe, porque eso nos alienta, nos guía a tener esa sed de ir por más.
Al igual que esta silla rota, debemos estar en pie. Con golpes, moretones y marcas que costarán superarlas, pero con energía y pasión para vernos cada día mejor. La función de la silla es permitir que nos sentemos en ella. Seamos como ella y permitamos que la gente pueda confiar en nosotros sin defraudarlos. No ver que estamos partidos, sino que tenemos la fuerza de solucionar y dar lo mejor. Estar bien parados en un mundo donde todos quieren acostar a todos, se complica, pero lo único que nos impide estar bien es poner freno a los que nos dañan.
Cuantos más golpes nos dan, más duro tenemos que ser.
MARIANO SANTORO