Nuevas palabras salen a la luz y cada una, con nuevos significados.
Una mezcla de sensaciones que aumentan a medida que el diálogo crece en la pareja.
Se permiten soñar y querer cumplir fantasías.
Se permiten imaginar y ese vuelo los lleva a un lugar muy placentero.
Son pocas las veces que la confianza se da de ambos lados a niveles increíbles.
El crecimiento de sentimientos sigue su rumbo solo, en piloto automático.
Cuando 2 personas que se quieren están bien, nada es malo, nada los perjudica.
Y cuando quieren mojarse, sus cuerpos dejan fluir gotas de amor, gotas de placer.
Ambos tienen ganas de empaparse en cariño y afecto.
Quieren que esa lluvia de fantasías los inunde, los bañe y lave por dentro, que los renueve y una nueva energía los mantenga juntos.
Una sed de emociones.
Una incontrolable ida y vuelta de manos, de piel, de besos y mimos.
Mojarse, hasta que la lluvia se mezcle con ellos y se funda.
Somos agua y queremos más agua.
Somos amor y pedimos más amor, haciendo el amor, viviendo el amor que sale de nosotros.
Esa piel que se logra, es química; la química es droga y esa droga nos hace adictos.
Y no hay nada mejor que ser adicto a tu pareja, a tu par, a la persona que te quiere y te extraña; esa por la cual sos capaz de todo ya que todo lo que se haga es por el bien de ambos.
No existe el mal cuando 2 corazones van por el mismo camino.
Mojate, dejate inundar y ese baño, te dará todo lo que te falta para ser feliz.
La pasión es el lenguaje que hablan los cuerpos.
Las miradas son el mapa hacia el amor verdadero.
MARIANO SANTORO