Cuando nos encontramos con toda la inmensidad del mundo, podemos ver que nuestros problemas, son una pequeña parte de la vida; es la que tenemos que descartar y sacar de nuestro interior.
Cuando vemos el tiempo que desperdiciamos con personas negativas, nos vamos ensuciando y solo el mar de amor es quien nos limpia.
Y son muchas las veces en las que miramos ese reloj que va dejando horas en el camino y nos perdemos de disfrutar de la vida, por quejarnos de lo poco que queda.
Porque lo que falta es lo que nos sobra.
Tenemos fe, creemos y somos buenas personas.
Siempre puede haber cosas que nos falten; pero nos sobra corazón, nos sobra sinceridad y honestidad.
Lo que digan, son simples palabras de simples personas ocasionales.
Y el mar de perdón, también nos limpia y nos aleja de todo eso.
Nosotros somos los únicos responsables de elegir en qué arena caminar.
Si es limpia y pura, el alma se enriquece.
Si es casi blanca, es porque nuestro ser, es así.
Es la que se escurre entre los dedos con facilidad y eso no significa que el tiempo se nos va, sino que podemos disfrutar de cada instante y darle un mejor sentido.
Quejarnos es fácil, criticar también es fácil.
Pero las consecuencias son muy grandes; ya que el tiempo que se desliza si no lo utilizamos en hacer el bien, nos jugará en contra.
No podemos desperdiciar tiempo con gente que no tiene valores.
El resentimiento y todos sus amigos, lucharán por verte mal.
Y tu esencia les mostrará siempre que en vos no existe el competir; sino que es compartir, porque cada minuto dado con amor, es el que se multiplica.
Cada segundo que amás, algo en vos genera sensaciones y emociones que aunque parezca que te hagan más sensible, te hacen mejor ser humano.
Siempre habrá ojos que nos miren y la única mirada que nos tiene que importar, es la de Dios.
Nuestro reloj de arena, nuestro cuerpo lleno de amor; no se termina, no existe un final, ya que siempre podemos dar vuelta ese reloj, ya que siempre podemos sumar actividades a nuestra vida para modificar y crecer.
Todo el tiempo que pasó, no se recupera, pero el que viene, es el que se debe disfrutar y vivir de la mejor manera.
Lo que falta, es seguir viendo caminos que podemos abrir.
Lo que falta, es conocer personas que nos brinden su amistad y confianza.
Lo que falta, es ser más solidario y ese tiempo que vemos faltante, es el que a partir de hoy, pasamos con gente que nos agradece el estar y saber que se puede confiar en nosotros.
Sobra amor, sobra paz, sobra amistad.
Y ese reloj que se va llenando cada vez más, es lo que sirve de base, de raíz para que una persona crezca bien, con los pies en la tierra y sabiendo que en la ayuda verdadera, hay vida.
Y mientras haya vida, hay tiempo.
El tiempo humano es diferente al de Dios.
No limitemos nuestra mente a pensar en relojes, pensemos en vidas.
MARIANO SANTORO
Cuando vemos el tiempo que desperdiciamos con personas negativas, nos vamos ensuciando y solo el mar de amor es quien nos limpia.
Y son muchas las veces en las que miramos ese reloj que va dejando horas en el camino y nos perdemos de disfrutar de la vida, por quejarnos de lo poco que queda.
Porque lo que falta es lo que nos sobra.
Tenemos fe, creemos y somos buenas personas.
Siempre puede haber cosas que nos falten; pero nos sobra corazón, nos sobra sinceridad y honestidad.
Lo que digan, son simples palabras de simples personas ocasionales.
Y el mar de perdón, también nos limpia y nos aleja de todo eso.
Nosotros somos los únicos responsables de elegir en qué arena caminar.
Si es limpia y pura, el alma se enriquece.
Si es casi blanca, es porque nuestro ser, es así.
Es la que se escurre entre los dedos con facilidad y eso no significa que el tiempo se nos va, sino que podemos disfrutar de cada instante y darle un mejor sentido.
Quejarnos es fácil, criticar también es fácil.
Pero las consecuencias son muy grandes; ya que el tiempo que se desliza si no lo utilizamos en hacer el bien, nos jugará en contra.
No podemos desperdiciar tiempo con gente que no tiene valores.
El resentimiento y todos sus amigos, lucharán por verte mal.
Y tu esencia les mostrará siempre que en vos no existe el competir; sino que es compartir, porque cada minuto dado con amor, es el que se multiplica.
Cada segundo que amás, algo en vos genera sensaciones y emociones que aunque parezca que te hagan más sensible, te hacen mejor ser humano.
Siempre habrá ojos que nos miren y la única mirada que nos tiene que importar, es la de Dios.
Nuestro reloj de arena, nuestro cuerpo lleno de amor; no se termina, no existe un final, ya que siempre podemos dar vuelta ese reloj, ya que siempre podemos sumar actividades a nuestra vida para modificar y crecer.
Todo el tiempo que pasó, no se recupera, pero el que viene, es el que se debe disfrutar y vivir de la mejor manera.
Lo que falta, es seguir viendo caminos que podemos abrir.
Lo que falta, es conocer personas que nos brinden su amistad y confianza.
Lo que falta, es ser más solidario y ese tiempo que vemos faltante, es el que a partir de hoy, pasamos con gente que nos agradece el estar y saber que se puede confiar en nosotros.
Sobra amor, sobra paz, sobra amistad.
Y ese reloj que se va llenando cada vez más, es lo que sirve de base, de raíz para que una persona crezca bien, con los pies en la tierra y sabiendo que en la ayuda verdadera, hay vida.
Y mientras haya vida, hay tiempo.
El tiempo humano es diferente al de Dios.
No limitemos nuestra mente a pensar en relojes, pensemos en vidas.
MARIANO SANTORO