Por los caminos de la creación divina, supiste encontrarte luego de estar perdido.
Recorriste tierras tan lejanas para estar más cerca de vos.
Una vida análoga se transformó en digital y te permitió ser vos mismo.
Entre tantos bosques poblados, pudiste ver tu jardin soñado.
Y fuiste comenzando a edificar tu ser, logrando mucho más que altura, sino sabiduría interna.
Aprendiste que había un lugar que te pertenecía, que ya era real luego de cansarse de ser parte de sueños interrumpidos.
Ladrillos de autoestima han sido lo que ya estaba bordeando tu personalidad.
Un gran muro de amor contenido y reservado para alguien especial.
Así fuiste cerrando algo que estaba destinado a estar abierto por dentro.
Revolviendo recuerdos, supiste con qué llenar esos espacios vacíos.
Todo lo que alguna vez ha servido para sentirte bien, lo acomodaste para visualizar lo proyectado en tu corazón.
Y el agua se hizo presente en tu tierra del futuro eterno.
Creaste un enorme laberinto de sentimientos para caminar junto a seres queridos.
La naturaleza también era parte de esta belleza.
Y enriquecer el núcleo con todo lo mejor de la vida, era la tarea pendiente.
Y no quisiste hacerlo solo, porque sabías que compartiendo una obra, es cuando se ven mayores logros.
Rodearte de ejemplares preciosos que eran parte de tu tesoro personal.
Y en tu propio centro, habitaste en cada habitación a quien sentías empatía.
El mundo que querés, no sólo está en tu mente, sino que ya es real en tu alma.
MARIANO SANTORO
Recorriste tierras tan lejanas para estar más cerca de vos.
Una vida análoga se transformó en digital y te permitió ser vos mismo.
Entre tantos bosques poblados, pudiste ver tu jardin soñado.
Y fuiste comenzando a edificar tu ser, logrando mucho más que altura, sino sabiduría interna.
Aprendiste que había un lugar que te pertenecía, que ya era real luego de cansarse de ser parte de sueños interrumpidos.
Ladrillos de autoestima han sido lo que ya estaba bordeando tu personalidad.
Un gran muro de amor contenido y reservado para alguien especial.
Así fuiste cerrando algo que estaba destinado a estar abierto por dentro.
Revolviendo recuerdos, supiste con qué llenar esos espacios vacíos.
Todo lo que alguna vez ha servido para sentirte bien, lo acomodaste para visualizar lo proyectado en tu corazón.
Y el agua se hizo presente en tu tierra del futuro eterno.
Creaste un enorme laberinto de sentimientos para caminar junto a seres queridos.
La naturaleza también era parte de esta belleza.
Y enriquecer el núcleo con todo lo mejor de la vida, era la tarea pendiente.
Y no quisiste hacerlo solo, porque sabías que compartiendo una obra, es cuando se ven mayores logros.
Rodearte de ejemplares preciosos que eran parte de tu tesoro personal.
Y en tu propio centro, habitaste en cada habitación a quien sentías empatía.
El mundo que querés, no sólo está en tu mente, sino que ya es real en tu alma.
MARIANO SANTORO