Sin ser consciente, la música se había presentado ante vos, de la manera más sorprendente.
Tus padres escuchaban canciones con sus familiares y todo se volvió una fiesta.
La noche de tus seres, estaba llena de espejitos de colores y melodías.
Creciste con ritmo.
Y en ese caminar, pudiste enderezar tus gustos.
Afinaste la delicadeza de descifrar lo que realmente era para vos.
Calificaste lo que te emocionaba.
Sentiste que entraba en tu piel, las canciones que ni siquiera sabías su significado.
Y la letra, era importante, pero la música entraba por la armonía.
Y todo tu cuerpo comenzó a experimentar nuevas sensaciones.
Conociste tus propias canciones, ya que la vida te permitió componer.
Y leíste música en pentagramas y en las personas.
Ver, sentir y bailar.
La noche, tu propia noche, te marcaba el ritmo al darte la bienvenida.
Y las canciones que ya eran parte de tu cuerpo, invitaban a los demás a ser parte.
Y el gran baile en esas pistas te sugería que había mucho más.
Investigar tus emociones lograría amar la música desde su esencia.
Construiste un ser maravilloso, porque vibra al escuchar una radio.
Y la brillantez de tu ser, ilumina corazones dispuestos a compartir lo que se ha transformado en tu pasión.
MARIANO SANTORO