El ritual comenzaba con la preparación del árbol y todos los adornos.
A la vez, adornábamos la mente con esa bella inocencia.
Creer, siempre ha estado en mis genes y compartir este momento con esas 2 mágicas personas, me hacía muy bien.
Los años pasaban y alguna sospecha podía haber, pero aún quería retener esos momentos.
Cuando estamos muy conectados con nuestro niño interior, esa comunicación no tiene edad.
Y siempre hubo alguna ventana, decorada de alguna manera.
Y siempre me permití poner mi calzado con una notita dentro.
En mi mente, la esperanza no sólo de que se cumpla esos deseos, sino de que se lea la nota y le den el valor que yo le daba.
Suelo incluir pedidos, pero a la vez, agradezco mucho.
No concibo la vida sin agradecer.
Y por más gastados que estés mis zapatillas o algún zapato para vestir, conservo esa costumbre.
Todo es ganancia cuando hablamos de fe.
Todo es hermoso cuando protegemos ese secreto.
Todo es alimento para el alma, si hablamos de mis guías.
Felicito y admiro a mis reyes personales.
Los que hablo cada día y aunque no les vea la vestimenta adecuada de reyes, ellos están.
Me abrazo en sus abrazos y me acaricio con sus palabras.
Los saludo cada día y en cada noche, pido por su salud.
Bienvenida esta noche de reyes, a los que mañana voy a ver en persona.
MARIANO SANTORO