Desde mi universo interior, comienzo a jugar y salgo a caminar.
Me detengo visualmente en lo que me rodea y me asombro.
Toda la inmensidad externa, le hace bien a mi ser.
Mis pasos van a la velocidad corazón.
Mi ojos, se agrandan porque perciben que aún hay mucho más por descubrir.
Giro lentamente en mí y sobre mí.
No hay mareos, sino alegrías.
Y sigo jugando en solitario, pero lleno de ilusiones.
Espiralizando emociones, para que se diviertan en el trayecto.
Salir de la zona de confort y encontrarse con otros mundos.
El amanecer me saluda.
El atardecer espera mi regreso.
La noche se expande y extiende sus horas en el Invierno.
Y en todo momento, es beneficioso hablar con uno mismo.
Esos diálogos sinceros para desnudar el alma.
La confianza con el niño interior y creer que su inocencia y bondad, sabrán hacer su labor.
Y al alejarme lo suficiente de mí, me detengo para agradecer.
No hay ninguna clase de apuro, porque la experiencia se toma sus momentos.
Y cuando siento en lo más profundo que ya aprendí mi lección diaria, empiezo el regreso a mi hogar, al centro de mi cuerpo.
💜
#MarianoSantoro 羊