Somos tan perfectos como un amanecer.
Somos personas hechas de la esencia más pura.
Cuando nos desbordan las emociones es que en nuestro cuerpo entró mucha bondad, mucha alegría y felicidad y en este envase que Dios nos dio, se llena y nos permite emocionarnos.
Uno no está preparado a recibir tanto amor, pero sí que siempre lo ha buscado, siempre lo ha querido así.
Muchas veces soñamos y lo que más debemos hacer es despertar y abrirnos.
Cuando abrimos nuestros brazos, recibimos lo que el universo nos tiene preparado.
Nuestros brazos son las puertas que nos reguardan, pero no temamos, ya que si somos buenas personas, lo que vendrá es de muy buena calidad.
Hay muchísima felicidad que está muy cerca y solo debemos relajarnos e ir por ella.
Dios nos ha creado para vivir y ser felices.
Algunas veces hemos llorado por alguien y luego dijimos que no merecían esas lágrimas.
Pero quien no merece esas lágrimas, quien no merece llorar somos nosotros; salvo que sea de felicidad.
Cuando traemos el pasado, nos encontramos con lugares de nuestra mente que no han sido cerradas.
Pero pensemos que el cerebro es un empleado de nuestro cuerpo y que solo tenemos que dejarnos guiar por el corazón.
El jefe de nosotros es el corazón, quien hace todo porque lo siente; porque es el motor de este edificio que somos y lo que nos mantiene en pie.
Puede faltarnos alguna parte física, pero no el corazón.
Entonces no dudemos y dejémonos guiar por lo que sentimos.
Tenemos el gran don de la libertad, de poder elegir lo que nos hace bien, lo que es correcto en nuestra vida.
No escuchemos a la mente, ya que en ella puede haber dudas y no todo es certero.
Solo el corazón ama, solo el corazón es el que siente y mediante los latidos nos da a entender que hacemos algo con pasión.
Abramos nuestras puertas de todo nuestro ser.
Estemos preparados a dar y dar y dar y llegará el día en que vamos a recibir algo inexplicable, pero que nos hará inmensamente felices.
Seamos arquitectos de nuestro ser y edifiquemos lo mejor que salga de nosotros.
La mejor obra que podemos tener, son las obras que hacemos, las obras que son nuestras acciones.
Dejemos atrás lo que nos hizo mal alguna vez y entremos al nuevo día con nuevas energías, con nuevas obras por hacer, con alegría, con felicidad.
Hagamos obras con el alma!
Bienvenidos al amanecer!
Hay un sol preparado a iluminar nuestro camino!
MARIANO SANTORO
Somos personas hechas de la esencia más pura.
Cuando nos desbordan las emociones es que en nuestro cuerpo entró mucha bondad, mucha alegría y felicidad y en este envase que Dios nos dio, se llena y nos permite emocionarnos.
Uno no está preparado a recibir tanto amor, pero sí que siempre lo ha buscado, siempre lo ha querido así.
Muchas veces soñamos y lo que más debemos hacer es despertar y abrirnos.
Cuando abrimos nuestros brazos, recibimos lo que el universo nos tiene preparado.
Nuestros brazos son las puertas que nos reguardan, pero no temamos, ya que si somos buenas personas, lo que vendrá es de muy buena calidad.
Hay muchísima felicidad que está muy cerca y solo debemos relajarnos e ir por ella.
Dios nos ha creado para vivir y ser felices.
Algunas veces hemos llorado por alguien y luego dijimos que no merecían esas lágrimas.
Pero quien no merece esas lágrimas, quien no merece llorar somos nosotros; salvo que sea de felicidad.
Cuando traemos el pasado, nos encontramos con lugares de nuestra mente que no han sido cerradas.
Pero pensemos que el cerebro es un empleado de nuestro cuerpo y que solo tenemos que dejarnos guiar por el corazón.
El jefe de nosotros es el corazón, quien hace todo porque lo siente; porque es el motor de este edificio que somos y lo que nos mantiene en pie.
Puede faltarnos alguna parte física, pero no el corazón.
Entonces no dudemos y dejémonos guiar por lo que sentimos.
Tenemos el gran don de la libertad, de poder elegir lo que nos hace bien, lo que es correcto en nuestra vida.
No escuchemos a la mente, ya que en ella puede haber dudas y no todo es certero.
Solo el corazón ama, solo el corazón es el que siente y mediante los latidos nos da a entender que hacemos algo con pasión.
Abramos nuestras puertas de todo nuestro ser.
Estemos preparados a dar y dar y dar y llegará el día en que vamos a recibir algo inexplicable, pero que nos hará inmensamente felices.
Seamos arquitectos de nuestro ser y edifiquemos lo mejor que salga de nosotros.
La mejor obra que podemos tener, son las obras que hacemos, las obras que son nuestras acciones.
Dejemos atrás lo que nos hizo mal alguna vez y entremos al nuevo día con nuevas energías, con nuevas obras por hacer, con alegría, con felicidad.
Hagamos obras con el alma!
Bienvenidos al amanecer!
Hay un sol preparado a iluminar nuestro camino!
MARIANO SANTORO