Se aprende a soltar cuando aprendemos a querernos.
Soltar es el mayor acto de libertad.
Es cuando dejamos ir lo que antes creíamos que nos era de utilidad y hoy, nos pesa.
Es desprenderse de lo que quiere arrastrarnos a la fuerza y es algo que ya no deseamos.
Quizás hubo momentos en los que no veíamos muchas cosas, porque nos acostumbramos a usar una venda emocional que sólo nos dejaba ver lo que nos querían mostrar y nosotros, luego de tanto sufrimiento, dejábamos pasar, como si alguna vez llegaría el cambio.
Y cambiar es también parte de ese soltar que tanto bien nos hace.
Cambiamos pieles, porque queremos mostrarnos en esencia.
La desnudez del alma es muy importante para el crecimiento espiritual.
Soltar es saber que lo que se va, no significa que se pierde completamente, sino que ya no nos afecta, ya no nos provoca dolor.
Apegarnos a situaciones y personas, nos crea dependencia y eso es lo que nos hace mal.
No nos deja tiempo para ser nosotros mismos.
Soltar es agarrar la mochila y vaciarla.
Es dejarla limpia y que de a poco, la iremos llenando de nuevas ilusiones y emociones.
Es poder pararnos firmes ante la vida.
Poder disfrutar de respirar y sentir la maravillosa sensación de libertad.
La que no tenemos que rendir cuentas a nadie.
La de hacer todo lo que salga del corazón, porque este mismo ya aprendió a curarse y hoy, sólo desea caricias.
Soltar es valorarnos lo suficiente para poder compartir instantes y que al apartarnos, queden los buenos recuerdos.
Es dejar ir y desear lo mejor, porque ha sido parte de nuestro aprendizaje y seguramente hoy le tocará el turno a otra persona.
Soltar es darse cuenta que aprobamos una de las más importantes materias que la vida nos tiene preparado en el trayecto que vivimos.
Y soltar, también es una expresión de amar, porque damos libertad no sólo a nosotros, sino a eso que teníamos pendiendo de nuestro ser, colgando y hasta a veces, provocando peso innecesario.
Soltar es dar espacio y disfrutar el propio.
Es autoconocerse y saber que un nuevo camino está por comenzar.
MARIANO SANTORO