jueves, 27 de mayo de 2010

Ejerciendo la propia soledad

Una de las tareas más difíciles que tiene el ser humano es afrontar la soledad.
Transitar por la vida luchando cada día sin tener una compañía para poder compartir momentos y poder contar lo que a uno le pasa.
Por momentos nos encontramos al igual que en un desierto; sin nada ni nadie a la vista.
Los espejismos son las ilusiones que vamos creando al igual que cuando conocemos a alguien y nos sentimos defraudados ya que no son ni vemos lo que anhelábamos, ni siquiera lo que esa otra persona tenía deseos de encontrar.
Hay que ponernos en ambos lugares a la vez y así valoraremos mucho más cuando estemos dispuestos a jugarnos por alguien.
No sirve de nada tener un solo punto de vista.
Cada huella, cada rastro que dejamos en ese camino que parece arenoso y que sentimos hundirnos, son momentos vividos y muchos, nos dejaron una marca, al igual que la que se ve en la foto, o sea, profundas.
Algo dejaron en nosotros y sabemos que queremos volver a pisarlas, no volver a caer en lo que nos hizo mal.
No mirar atrás se nos hace duro, cada tanto se nos va la vista y los recuerdos nos afectan.
Lo que debemos hacer es seguir, tener un destino y un horizonte a la vista y dirigirnos hacia ese lugar.
La soledad es difícil y está en nosotros transformarla o tenerla a nuestro alcance, pero sin dejarla que reine.
Amigarnos, saber que es necesario tener momentos de soledad para hacer ese viaje interior y así, saber cómo seguir.
Los balances son imprescindibles.
Hay que seguir y está en cada uno, encontrar el mejor camino para continuar.
MARIANO SANTORO