He nacido sin culpas y con el correr de los años, alguna vez he sentido culpa.
He crecido viendo situaciones que me afectaban emocionalmente, pero me alejaba lo máximo que podía y cerraba mis emociones.
He vivido, he visto y observado mucho a mi alrededor y no todo lo que ví me gustaba.
Supe darme cuenta que algunas veces hacemos cosas que a los demás no le agradan y aprendí a sacar lo malo en mí.
Fui testigo de situaciones en las que mi familia y amistades, han cometido errores y pocas veces me han venido a visitar.
Me han robado y golpeado; me han ilusionado y se han encargado de quebrar algunos sueños.
He sentido dolor en lo más profundo de mi ser y también por todo lo que veía.
No he comprendido varias situaciones que se presentaban ante mí.
Muchas fueron las preguntas que han querido obtener respuestas.
Muchas fueron las vidas, en las que he querido verlas resueltas.
Soñé y seguí soñando, ya que nadie podía impedirme hacerlo.
Volveré a ilusionarme todas las veces posibles.
He amado y me amé, por eso sé qué es lo que quiero para mi vida.
He querido y también quise seguir queriendo, pero no todo es un paraíso; para eso hay que luchar.
Y he subido al gran escenario de la vida; me enfrenté a todo lo que se ha puesto delante.
Gané todas las veces en experiencia y he perdido tiempo con gente que no servía tenerla cerca.
Peleo con palabras, ya que los golpes los suele dar la vida cuando algo no sale como uno lo planea.
Y al planificar, perdemos el tiempo de vivir el presente y darnos cuenta de todo lo hermoso que puede pasarnos, si dejamos a un lado la lógica y la razón.
He conocido el verdadero valor de la amistad y algunas veces me he sentido invisible viendo que la testarudez, los caprichos y los impulsos, sienten que son ganadores natos.
Me hicieron a un lado y ni siquiera se acordaban de mi nombre.
Y en el colegio de la vida he ido a clases siempre.
Aprendí hasta lo que no quería aprender.
Hoy miro hacia atrás y he caminado por tantas piedras, que he edificado varios edificios.
En esas torres he dejado amores y sueños.
En esas casas he vivido en un futuro que nunca llegó.
En cada calle que transité, la bauticé con los nombres de todas las personas que me marcaron.
He dejado huellas para que me sigan.
He dejado falsas pistas para alejarme de los que quieren hacerme mal.
La negatividad es una ciudad que no viviré.
Siempre me he sentido cómodo en la Felicidad y sé que cada momento es único.
Cada sensación, cada instante, se ha inmortalizado y vivirán en mi corazón.
Hoy sé que muchos no me quieren y tienen ideas erróneas de mí.
Y por momentos, trato de entenderlos; ya que olvidaron mi nombre.
El rencor y la envidia los ha dejado ciegos y sus corazones están nublados y llenos de prejuicios.
No saben que no existen juicios humanos, sino que hay una única justicia verdadera y es la de Dios.
Hoy, me veo bien, con muchos planes y con un camino que lo hago cada día.
Por eso, quiero presentarme.
Para que todos los que ya no están a mi lado, se acuerden alguna vez de mí.
Mi nombre es Perdón!
MARIANO SANTORO
He crecido viendo situaciones que me afectaban emocionalmente, pero me alejaba lo máximo que podía y cerraba mis emociones.
He vivido, he visto y observado mucho a mi alrededor y no todo lo que ví me gustaba.
Supe darme cuenta que algunas veces hacemos cosas que a los demás no le agradan y aprendí a sacar lo malo en mí.
Fui testigo de situaciones en las que mi familia y amistades, han cometido errores y pocas veces me han venido a visitar.
Me han robado y golpeado; me han ilusionado y se han encargado de quebrar algunos sueños.
He sentido dolor en lo más profundo de mi ser y también por todo lo que veía.
No he comprendido varias situaciones que se presentaban ante mí.
Muchas fueron las preguntas que han querido obtener respuestas.
Muchas fueron las vidas, en las que he querido verlas resueltas.
Soñé y seguí soñando, ya que nadie podía impedirme hacerlo.
Volveré a ilusionarme todas las veces posibles.
He amado y me amé, por eso sé qué es lo que quiero para mi vida.
He querido y también quise seguir queriendo, pero no todo es un paraíso; para eso hay que luchar.
Y he subido al gran escenario de la vida; me enfrenté a todo lo que se ha puesto delante.
Gané todas las veces en experiencia y he perdido tiempo con gente que no servía tenerla cerca.
Peleo con palabras, ya que los golpes los suele dar la vida cuando algo no sale como uno lo planea.
Y al planificar, perdemos el tiempo de vivir el presente y darnos cuenta de todo lo hermoso que puede pasarnos, si dejamos a un lado la lógica y la razón.
He conocido el verdadero valor de la amistad y algunas veces me he sentido invisible viendo que la testarudez, los caprichos y los impulsos, sienten que son ganadores natos.
Me hicieron a un lado y ni siquiera se acordaban de mi nombre.
Y en el colegio de la vida he ido a clases siempre.
Aprendí hasta lo que no quería aprender.
Hoy miro hacia atrás y he caminado por tantas piedras, que he edificado varios edificios.
En esas torres he dejado amores y sueños.
En esas casas he vivido en un futuro que nunca llegó.
En cada calle que transité, la bauticé con los nombres de todas las personas que me marcaron.
He dejado huellas para que me sigan.
He dejado falsas pistas para alejarme de los que quieren hacerme mal.
La negatividad es una ciudad que no viviré.
Siempre me he sentido cómodo en la Felicidad y sé que cada momento es único.
Cada sensación, cada instante, se ha inmortalizado y vivirán en mi corazón.
Hoy sé que muchos no me quieren y tienen ideas erróneas de mí.
Y por momentos, trato de entenderlos; ya que olvidaron mi nombre.
El rencor y la envidia los ha dejado ciegos y sus corazones están nublados y llenos de prejuicios.
No saben que no existen juicios humanos, sino que hay una única justicia verdadera y es la de Dios.
Hoy, me veo bien, con muchos planes y con un camino que lo hago cada día.
Por eso, quiero presentarme.
Para que todos los que ya no están a mi lado, se acuerden alguna vez de mí.
Mi nombre es Perdón!
MARIANO SANTORO