Dejé de buscar cuando aprendí a encontrar.
Me alejé de calles que no tenían rumbo y agarré caminos con sentido.
Todo lo que había soñado, lo fui transformando en realidad.
Mi imaginación, pudo volar por cada lugar que mi mente había creado.
Y mi ser se sintió muy especial.
Sabía que aquello que vivimos, era lo que alguna vez era parte de mis pensamientos cotidianos.
La novela en la que me sentí protagonista.
El guión, lo fuimos escribiendo cada día.
No había límites, porque sabíamos que las cárceles emocionales, no eran lo adecuado para una vida saludable.
Y creí que todo era maravilloso; asombroso.
Porque creí en mí y en todo lo que estaba dispuesto a dar.
El corazón guiaba mis acciones.
Mis palabras, lograron expresar correctamente lo que mi cuerpo necesitaba.
Nunca hubo reproches, ni prejuicios, casi que no usábamos ninguna palabra de duda o negativa.
Y el positivismo, hizo que fuéramos lo que destino nos regalaba.
A todo le dimos valor, incluyendo el tiempo compartido.
Hoy miro al cielo y estás ahí; observo mi casa y estás flotando en cada ambiente.
En todos lados, estás, porque me permití abrir todo mi ser y siempre fuiste bienvenida.
Sé que voy a despertar y vas a sonreír a mi lado y eso, me alegrará el día.
MARIANO SANTORO