Conocemos sobre adversidades y aprendimos varias lecciones de la vida.
Algunas, nos han costado mucho tiempo para aprobarlas.
Hemos atravesado demasiadas noches oscuras, hasta que logramos ver la luz interior.
Y aunque haya personas que viven en estado de queja, sabemos que eso conduce a un lugar más oscuro.
De a poco y al crecer, comenzamos a cruzarnos con gente que vibra en nuestra sintonía.
Las calles comienzan a ponerse en soledad y de eso, conocemos bastante.
Los miedos quieren invadirnos y ya no los queremos más.
Los cuerpos se hicieron fuertes porque le dimos pelea a varios obstáculos.
Lo que soñamos, no eran para nada, parte de esta pesadilla.
Y por el momento, los dejamos congelados para protegerlos.
Y los vamos a retomar, vamos a ponerle más fe y a construirlos desde otro lugar.
Estamos ante un tiempo de enfrentarnos a nosotros mismos.
De descubrir al que vive en nuestro cuerpo.
El espejo nos muestra si realmente somos tolerantes y si todo lo que le pedimos a los demás, está en nosotros.
La esencia, no sólo es de vainilla para darle sabor a la vida.
De lo que estamos hechos, es lo mismo que nos salvará.
Invertimos horas y regalamos espacios, cuando el valor más preciado es nuestra salud física y mental.
Y el planeta llora y grita y desde la misma tierra que vivimos, renaceremos y conectaremos.
Porque el fruto más importante, amanece con nosotros en cada latido y quiere vivir.
MARIANO SANTORO
