La adolescencia me encontró investigando nuevos sonidos.
Y me crucé con un nombre demasiado original.
La modernidad traía un perfume musical que se haría piel.
El olor a libertad ya se sentía en las calle y el cuerpo quería y necesitaba bailar.
El corazón pedía a gritos un ritmo que le marque el rumbo.
Juntamos las piezas de lo que fuimos y las adornamos con brillantes imágenes.
Una bebida estaba a disposición de los que quieran escuchar algo interesante.
Se percibía la fragancia y la onda por triplicado.
Ha sido un bálsamo de alegría en tiempos de carencia.
Y en su esencia, estaba la creatividad de mutar.
Melodías que cambiaban y modificaban nuestro gusto personal.
Alimentamos el ser con canciones de nivel.
Las habitaciones se llenaron de fotos y los flamantes formatos, se fusionaron con los antiguos.
Nos enamoramos del estilo y cada tema, nos hizo compañía.
Partitura emocional que transitó cada etapa de la vida.
Y hoy la eternidad nos hace viajar por los sentimientos.
Nos reencontramos con todo lo que quisimos y confirmamos que aún lo queremos.
Luego hiciste tu propio camino y nos sumamos a él.
Hay tanta fuerza en los recuerdos, que el amor se hizo infinito.
MARIANO SANTORO