Cuánto hay que jugar, para saber que existen los perdedores?
Debemos creer en el destino?
Cuánto hay que soñar, para saber cuál es la realidad?
Es necesario ir al desierto, para saber cuál es la soledad?
Hasta qué punto es importante ser libres?
Se puede vivir sin amor?
Cuánto hay que sufrir, para saber que luchamos por un futuro mejor?
Cuánto hay que contar, para que sepan que tenemos amigos?
Tendremos que hablar sobre nuestra vida personal, para que sepan que también nos pasan cosas?
Cuánto hay que mirar, para saber que existe la oscuridad?
Cuánto hay que bajar, para darnos cuenta que arriba está la luz?
Cuánto debemos golpearnos, para saber que existe el dolor?
Cuánto hay que amar, para saber que existe el odio?
Quién puede prohibirle a un niño que quiera crecer?
Quién, realmente, tiene el suficiente poder para decidir cuando terminar algo?
Se puede prometer sin tener la seguridad de cumplir?
Acaso se pueden repetir ciertas palabras, ciertos gestos, pero con otra persona?
De qué sirve ser tan bueno y confiar en la gente?
De qué sirve sonar, si no me dejan cerrar los ojos?
De qué sirve intentar ver una estrella, si mis pensamientos están nublados?
Qué es peor: La mentira o el no poder salir a la calle y mirar a alguien a los ojos?
Hasta cuándo se oculta una mentira y hasta cuándo una verdad?
Todo lo que coseché fueron burbujas de amor que el tiempo se encargó de pinchar antes de lo previsto?
Cuál es la diferencia entre síntoma y dolor?
Desear lo peor cuando a mí me lo hicieron vivir en carne propia, es malo?
Si realmente tiene que haber un culpable, quién debe ser?
Cuánto dura una pasión?
Soñar o vivir; quién sabe las respuestas del amor?
De qué sirve hacer balances si casi siempre la balanza se inclina hacia lo negativo?
Cuánto hay que esperar, para encontrar lo mejor para uno?
Son muchas más las preguntas que las respuestas que recibimos. Muchas veces estas preguntas nos las hacemos nosotros sin compartirlas con nadie. Nos llenamos de dudas y la bronca comienza a llenar varios momentos de nuestra vida diaria. Es difícil entender la mente humana y muchas veces, no podemos entender la propia. Nos encerramos en jaulas creadas por nosotros y perdemos la llave, quizás a propósito, como queriendo que nadie la encuentre o tal vez, a modo de búsqueda del tesoro, ya que está en juego parte de nuestra felicidad. Compartí tu inquietud, tu problema, dejá lo que salga de tu corazón, aunque tu mente te diga que no. No le hagas caso a nadie, solo a vos. Tu pregunta, compartila con todos y entre todos, le encontraremos una respuesta.
MARIANO SANTORO
(NOTA: en el collage hay fotos tomadas de FLICK, ojalá entiendan y con onda, me dejen usarlas. Gracias)