lunes, 30 de mayo de 2016

Poema

La soledad alguna vez supo buscar y se encontró con su propia compañía.
Aprendió mucho de sí, ya que cada día, era un viaje más profundo.
Las emociones se hicieron sentimientos y la vida, musicalizaba cada instante.
El arte estaba instalado y crecía a medida que pasaban los días.
Cada momento se eternizaba y se transformaba en cuadros.
Y esos mismos cuadros se hicieron vida y salían para vivir su propia vida.
Todos los ambientes se llenaban de cariño y el amor, estaba por ingresar a ese gran lugar.
No se trataba de una casa, sino de un ser con mucho espacio en su interior.
Los sitios ocupados, ya estaban con anhelos y sueños de esperanza.
Pero cuando el amor llega, siempre hay un nuevo lugar y los demás, saben abrirse porque todo se renovará.
La vida se potencia cuando nos enamoramos del hecho de vivir.
Cada oportunidad que nace, es como un gran hijo al cual debemos cuidar.
Y el amor nos sabrá proteger, para crecer juntos y ser mejores cada día.
Y en el tren de la vida, hay que saber disfrutar de cada estación.
En todas, siempre hay algo por aprender.
El amor se expande y se hace poema.
Las canciones que juntos se escriben, corren por las venas hasta llegar al gran corazón que rítmicamente, sigue latiendo.
Y todo lo que hacemos, se va escribiendo y se hacen más poemas.
Porque le damos colores a lo que nos sucede y las palabras, fluyen del amor que bien supo fusionarse.
MARIANO SANTORO

domingo, 29 de mayo de 2016

Viajar

Dichosos somos los que podemos utilizar la mente para viajar.
Y más allá de descubrirnos, le damos un uso especial a los pensamientos.
Pero también está el viaje real, el que se proyectó para mejorar una situación.
Es sabido que los problemas y todas las cosas negativas, hay que trabajarlas con anterioridad para que el viaje sea más agradable.
Viajar es renovación total del ser.
Un pasaporte llevo de oportunidades en los que en cada hoja, se llenan con destinos que han sido imaginados, pero se convierten en realidad.
La maravillosa experiencia de conocer mucho más que lugares.
Experimentar libres de carga y pasado, para que lo que llegue y entre, nos deje la enseñanza en todo su potencial.
Valijas llenas de sueños que regresan con mucho más que objetos para aumentar nuestros buenos recuerdos.
Hacernos espacio en todo nuestro ser y que esas mismas valijas, sepan alojar sólo, lo necesario para hacernos mejores personas.
Etiquetas que sorprenden y agradan.
Personas y lenguajes que entretienen y se aprende a compartir.
Viajar es abrirse a todo lo que alguna vez le teníamos cierto rechazo.
Hoy estamos preparados para emprender, porque aprendemos y comprendemos que cada nuevo viaje, es seguir subiendo escalones.
Y no hay lugar para la soledad, porque siempre aparece alguien con ganas de hablar y conocer.
Hasta es probable que la valija que llevemos, no alcance para volver con todo lo nuevo que logramos atraer.
Cuando la energía es positiva, atraemos algo extremadamente poderoso para que el viaje, tenga un mejor efecto en nuestra vida.
Y el destino no es una simple meta, porque logramos abrir nuevas puertas hacia nuevos lugares.
Y en verdad, no se trata de salir de un país para descubrir otro, sino que es salir de nuestro encierro emocional y abrirnos a lo que servirá para alimentarnos de nuevas experiencias y sensaciones.
MARIANO SANTORO

viernes, 27 de mayo de 2016

Tiempo de evaluación

Tiempo de evaluación.
La escuela de la vida tiene esos momentos sorpresivos en los que se nos toma examen.
Y en realidad, somos nosotros mismos los que tenemos que evaluarnos para poder observar nuestro crecimiento.
Es sabido que si vemos a la distancia y encontramos algunas fallas, algunos momentos en que nos hemos equivocado en algo; eso ya es crecimiento.
El hecho de visualizar una situación y hasta llegar a arrepentirnos, nos tiene que alegrar, porque la evolución ha llegado a nuestra vida.
La mente, es el arma más poderosa que tenemos y en ella, podemos aprender a ser sabios y optar por las cosas que guardamos y alojamos.
La información está ahí y está en nosotros comenzar a elegir lo que debe quedarse, para no ocupar espacio necesario.
Y cuando vamos limpiando la mente, nuestro ser toma la misma posición.
Una renovación continua se apodera de todo lo que somos y mejoramos, nos vemos bien en muchos aspectos.
El poder pararnos frente a un espejo y sentirnos bien y seguros, es buena señal.
El salir a la calle sin temores y caminar con la frente bien alta, es señal de crecimiento, de que la autoestima, está nivelada.
El llegar a darnos cuenta que no hemos sido malas personas, sino que en alguna circunstancia, hemos hecho cosas por las cuales la culpa nos tomó y se quedó bien pegada.
La importancia de reconocer que no somos perfectos, pero sí, muy humanos.
Y en la humanidad, existen los humildes.
El arte de reconocer no es para todos y si nos sumamos a esa lista, ya estamos ganando mucho terreno en el trayecto de nuestra sabiduría.
Hay mucho por corregir cuando llega el tiempo de evaluación y es bueno que suceda.
Reconociéndonos buenos alumnos, también seremos buenos maestros.
Y es la misma vida la que nos recompensará.
Porque hemos sido capaces de evaluarnos con la misión de ser cada día mejores personas.
MARIANO SANTORO

martes, 24 de mayo de 2016

Encontrarme en vos

Hoy me levanté automáticamente e inconscientemente te busqué.
Aunque eso duró unos pequeños instantes; seguí con mis obligaciones.
Y esos deberes y tareas son las que nos distraen, pero no traen lo que uno realmente necesita.
Vamos acumulando tanta información, muchas veces innecesaria, que nos impide focalizar en lo que realmente es productivo.
La alimentación de una persona no se refiere sólo a la comida, sino a todas las emociones y energías que nos rodean.
Estamos tan rodeados de tantas cosas que por el sólo hecho de ser cantidad, nos quita la calidad adecuada.
Buscamos robóticamente cosas que ni queremos.
Buscamos y eso es lo mismo que nos limita, por tener la mente ocupada en lo que se busca.
Hasta hemos llegado a buscarnos a nosotros mismos, luego de pasar por duras situaciones.
Las personas vienen con su propio sistema de creencias y no es tarea fácil modificarlas y muchos ni siquiera lo saben y viven sin vivir de verdad.
Dejando de lado el romanticismo, no quiere decir que no lo tengamos incorporado.
Y así, hemos ido dejando de lado lo necesario para llenarnos de objetos, modernizando algo, en un viejo equipo de quiere actualizarse.
Porque no se trata de buscar, sino de ver lo que realmente importa.
Los mejores recuerdos viven en mí y no necesito buscarlos, sino que salen a la luz cuando quieren dar su propio mensaje.
Los lugares, los ambientes, incluso esas canciones que hemos compartido, están cerca y corren por nuestro ser.
Sin buscar, logramos sorprendernos.
Salimos de una dura rutina para querer entrar en algo duradero.
Y cuando me puse detenidamente a verme; cuando la memoria te trajo a mi presente.
Recién ahí fue cuando pude encontrarme en vos y logré descubrir lo mejor de mí.
MARIANO SANTORO

jueves, 19 de mayo de 2016

El amor quiebra la dureza

No hay mayor belleza que cuando vemos que podemos quebrar toda la dureza.
Y la naturaleza se expresa diciéndonos que ha llegado el momento de curarnos.
Ya que cuando logramos conectarnos, dejamos salir lo mejor de nosotros.
Y nos permitimos sentir al otro, sentirlo en toda su profundidad.
Ya hemos aprendido que el amor quiebra la dureza y es por eso que hemos tomado la mejor decisión.
Ya hemos soltado cargas tan pesadas que encorvaban nuestro cuerpo.
Y eso nos impedía poder mirar, no sólo a nuestro alrededor, sino a las personas que se acercaban.
Hoy ya estamos erguidos y podemos visualizar incluso la vida que queremos.
Porque dentro de todo ese inmenso querer, está el amor que queremos dar.
Ofrecerlo no como oferta ni al mejor postor, sino cuando se logra la empatía correcta.
Las pieles tienen su propio lenguaje y saben la manera de comunicarse.
Acercarnos hasta oler su perfume, hasta sentir su cercanía, casi, hasta su respiración.
Y ya los latidos comienzan a dejar fluir su propia canción, que juntas se transforman en melodía.
Y la vida verdadera es cuando le damos al día, toda la luz que reflejamos.
Ya no nos sentimos cansados y tampoco lo estamos, porque hemos sanado la ansiedad.
Y al estar con la otra persona, aparece esas ganas intensas de dar.
Convirtiéndose en uno de los mejores verbos por conjugar.
Y cuando jugamos, sale el niño interior; lo dejamos que vuele y sea libre.
Compartimos esa libertad y eso nos ayuda a crecer.
MARIANO SANTORO

sábado, 14 de mayo de 2016

Las hojas que nacen

Todos hemos abierto alguna vez algún libro.
Algunas menos personas, han leído alguno en su totalidad.
Y muchas personas, han sabido tener las suficientes experiencias para ponerse a escribir, si bien no sea un libro, pero sí, varios capítulos de su vida.
Ser protagonistas de nuestra propia historia, no es tarea fácil.
No todas las vivencias son dignas de contar y tampoco son todas positivas.
Pero sin lugar a dudas han sido muy útiles para el propio crecimiento.
Un libro no se mide por la cantidad de hojas que tiene; sino por el contenido.
No es cuestión de delirar o inventar anécdotas ficticias para rellenar con un alto grado de vacío emocional.
Los rellenos, no significan que tengan contenido.
Y luego de haber vivido tantas vidas; generalmente ajenas, nos decidimos a ser dueños y escritores de nuestra vida.
Y en cada acción, damos ejemplos de todo lo que hemos pasado.
Hoy podemos releernos en situaciones, en imágenes y en pensamientos que supieron hacerse su lugar en la memoria.
Y hoy, aprendimos a superar obstáculos y olvidar, fue una materia que varias veces repetimos.
Hoy nos sentimos más fortalecimos porque le dimos más valor a nuestra voluntad y autoestima.
Nos animamos y nos permitimos sembrar oportunidades en semillas llenas de esperanzas.
Verlas crecer es el gran desafío para controlar nuestra paciencia.
Pero la fe está en todo nuestro ser y sabemos que hay vida sana cuando nos dedicamos a crearla nosotros mismos.
Extendamos nuestras manos y sembremos más amistad y amor en todo lo que nos toca vivir.
Y muy pronto, tendremos la gran respuesta de la naturaleza, al ver crecer todas las hojas que nacen para alegrarnos la existencia.
MARIANO SANTORO

martes, 10 de mayo de 2016

Canalizar las emociones

Se suele decir que todo lo que entra, tiene que salir.
Una de las tantas verdades de la vida.
Y es extremadamente importante gerenciar todo lo que entra en nuestro ser; todas esas emociones bifurcadas y poder transformarlas.
Cuando aprendemos a canalizar las emociones, no sólo podemos ayudar a quien lo necesite, sino que nos elevamos en todos los niveles.
Al hacerlo, ya hemos comenzado el viaje a un mejor estilo de vida, de calidad emocional, de calidad espiritual.
Si nos sentamos frente a un árbol, el mismo nos devolverá su mágico poder a través de una inmensa energía natural.
Su forma, sus dibujos, sus hojas, sus ramas a modo de brazos que se extienden y entienden la comunicación que tenemos con él.
Y sus sombras, también nos dan un mensaje.
Es por eso que es clave canalizar lo que somos, pero de la manera adecuada.
Es nuestro deber saber expresar todo lo que vivimos, lo que nos sucede.
Y todo lo que alguna vez ha sido de color oscuro, son como esas sombras, que opacan la luz que vive en nosotros.
Largar todo en el momento y lugar ideal, rodeado de lo que queremos estar rodeados, sin hacer daño.
Se aprende muchísimo y se crece a la par cuando aceptamos que no todo es claridad, pero sí que la debe haber en nuestros pensamientos.
El poderoso cielo nos mostrará días bellísimos y está en nosotros el saber disfrutarlos.
Y a la vez, habrá días oscuros, porque son parte de los contrastes tan útiles para valorar lo bueno.
Podemos crear nuestro propio paraíso; ese sitio tan especial al cual hacernos presente para alimentarnos de sana energía.
Canalizar las emociones es reencontrarnos y vernos crecidos, más evolucionados.
Es poder tomarnos un tiempo personal; sentarnos no por cansancio, sino para llenarnos de todo lo positivo que nos rodea y que a la vez, sale de nuestro ser.
Desde la esencia natural, desde las genuinas ganas de seguir nuestro rumbo, con todas las emociones bien positivas para que sean nuestra guía.
MARIANO SANTORO