viernes, 30 de diciembre de 2016

El final del principio

A través del largo viaje hasta este presente, he atravesado varios horizontes.
Muchas puertas se han abierto y he entrado en lugares equivocados.
Una gran cantidad de muros son los que tuve que aprender a trepar.
Obstáculos que frenaban y otros, que abrían oportunidades.
El gran misterio de ir descubriendo sobre la marcha.
Flechas que conducían hacia lugares nuevos y algunos, daban una pequeña vuelta por el pasado.
Direcciones de sentidos que sirven de guía para continuar caminando.
Y el mar que siempre tuvo un rol muy importante, trajo un hermoso muelle.
Un lugar para sentarnos a reflexionar sobre todo el trayecto ya transitado y juntar fuerzas para seguir.
Un muelle para observar lo maravilloso que nos rodea y que si perseveramos, siempre habrá algo nuevo por conocer.
El tiempo vivido es mucho más que horas que corrieron en un reloj.
Tiempo de experiencia y de comprender que hay mucho más de lo que hoy creemos que es el límite.
Y el final, es solamente la llegada a un sitio como meta y desafío.
Y en ese final, luego de saber aprovechar cada instante y de darle el valor a lo que vamos a vivir, le damos la bienvenida a un nuevo principio.
Un comienzo de sueños por realizar.
Un principio, basándonos en nuestros propios principios.
Una apertura que motiva a ir por otro accionar que nos ayude a crecer espiritualmente.
Siempre habrá más si tenemos esperanza.
Siempre podremos llegar a nuevos finales, pero con la fe bien fortalecida para elevarnos en próximos objetivos.
MARIANO SANTORO

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Inocente adolescencia

Las ganas de amar estaban guiadas por la impulsividad.
La mente creía que la experiencia de la adolescencia era la adecuada.
Una noche que no sería cualquiera, dejaría sus huellas.
Y la inocencia se apoderó de la situación.
Una foto, una carta, un regalo, fueron parte del romanticismo momentáneo.
Y no todas las personas tienen la misma manera de sentir. 
La insistencia no daba frutos y olvidarse de lo sucedido fue la misión. 
Y no era tarea fácil olvidar algo que nunca pasó.
El interior de mi ser estaba revolucionado y sólo quería amar.
Y fue el tiempo que supo enseñar que el amor no es para tomarlo con rapidez, ni es algo pasajero.
Y yo mismo fui pasajero creyendo en que duraría lo que estaba haciendo. 
Construir sobre una base inestable no es aconsejable en ningún sentido y menos, si se habla de sentimientos.
Y el destino supo jugar con la sorpresa y la causalidad supo dar algunos mensajes.
La interpretación de los mismos, costó dolores mucho más que físicos. 
La adolescencia es una etapa difícil de aprobar, pero es la que marcará un crecimiento emocional vital.
El tiempo bien enseñó que la paciencia es una de las llaves para que nuestros deseos se realicen.
Pero es mucho más que un sueño, porque es algo compartido.
Un camino que se abre mientras tomamos la decisión de ir juntos guiados por el amor.
Y en caso que no funcione, siempre podremos sentirnos libres de comenzar uno nuevo y de vez en cuando, recordar aquello que vivimos en algún momento de nuestra vida.
MARIANO SANTORO

martes, 27 de diciembre de 2016

Varias

Varias han sido las veces en que hemos crecido.
Varias han sido las veces en que nos enamoramos.
Varias han sido las veces en que hemos sufrido.
La vida nos ha mostrado un gran listado de materias en las que muchas veces hemos aprobado con lo justo.
Pero el aprendizaje ha hecho frutos, nos permitió tener una nueva mirada sobre cada materia.
Un colegio en el cual conocimos una gran cantidad de personas y tuvimos una gran variedad de experiencias.
Hoy nos sentimos como un gran árbol que se expandió, que estiró sus brazos para dar lo mejor.
Perdimos mucho más que ramas.
Pero ganamos en raíces.
Supimos que edificar para adentro era lo que nos haría bien y era parte del futuro.
Y varias personas se acercaron y fueron pocas las que se quedaron, pero eso ya sería una visión muy detallada de lo vivido.
Las exigencias crecieron al igual que nuestra edad.
Y a esa edad le dimos sabiduría.
Conocimos tantas culturas y hemos visto pasar varias modas.
Y en algún momento sólo quisimos aferrarnos a la fe.
La búsqueda de lo profundo nos hizo encontrar las llaves necesarias para las puertas de la evolución.
Hoy le damos un valor primordial al disfrutar, al placer en todas sus formas, a alegrarnos por cada amanecer.
Varios sueños se han cumplido y varias realidades hemos vivido.
Y el corazón, ya sanado, bien sabe que se fortalece al compartir el amor que llevamos dentro.
MARIANO SANTORO

lunes, 26 de diciembre de 2016

One on one

El cielo Navideño se hacía escuchar con pequeños gritos.
La lluvia, comenzaba a mezclarse con las lágrimas.
Una fuerte sensación apareció en el cuerpo.
Como otro tiro en el pecho, como el vacío que provoca la ausencia.
Títulos de canciones que daban pie a los recuerdos de nombres de personas.
Ese extraño momento en que extrañamos a alguien que no conocemos, pero ha sido parte de nuestra vida.
El intenso dolor de impotencia, llega sin saber en qué instante se debe retirar.
Música; toda la belleza que nos genera cada nota.
Canciones que dedicamos a almas solitarias con los deseos de poder acompañarlas.
Y nos ponemos a escuchar aquel susurro descuidado que emociona y la alegría quiere ayudarnos a salir de este estado.
Golpes de truenos que nos avisan, que nos gritan para confundir.
Y la duda casi normal, nos hace saber que la vida también tiene otro lado.
No mirarlo, no significa que no exista.
Y tenemos fe y escuchamos sin prejuicio y también nos sentimos viejos.
Las canciones del último siglo nos brindan paciencia.
Y nuestros latidos forman una sinfónica que se atreve a abrir las puertas que un día fueron pasado y en este presente es cuando más debemos creer en el futuro que deseamos.
Fechas que se eternizan con poderosos mensajes y el día después nos encuentra con sabor a tristeza.
Y más allá de las circunstancias, has tenido una vida fantástica y lo hiciste grande; hoy, tu música se oye en el borde del cielo.
Gracias por tanta calidad, Georgios Kyriacos Panayiotou.
MARIANO SANTORO

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Verano

En un rincón del aburrimiento, me enfrenté a una hoja en blanco.
Siendo consciente que la vida tiene muchos colores, liberé mi mente con la esperanza que se abra.
Los renglones vacíos no podían hablarme, aunque podía oír unos pequeños susurros.
Voces ajenas aparecían con ganas de ser protagonista de lo que estaba por suceder.
El corazón marcó con su latido, la primer palabra.
En su interior, estaban protegidos los recuerdos de bellos momentos. 
Una mirada profunda se hizo presente y fue lo que primero en dibujar.
La hoja me observaba con la certeza de que el rostro del amor sería mi guía.
Nombres del pasado se cruzaban en la avenida de mi ser.
Viajaban cada uno por su lado y en diferentes velocidades.
El verde semáforo los dejaba libres para transitar a su gusto.
Mirando hacia ambos lados, igual pude cruzar para tener una nueva mirada.
Cambiando la perspectiva, las cosas se veían sin dejos de tristeza.
Una de las más bellas sonrisas que se alojaban en mis recuerdos, llegó para acompañarme y me dejé llevar.
Los pensamientos se desvanecieron y una nueva oportunidad comenzó a abrirse.
El verano se presentó para darme mucho más que un saludo.
Traía consigo una inmensa valija vacía y era mi tarea llenarla con mucho más que ilusiones.
Al regresar a esa hoja en blanco con esa mirada en primer plano, comprendí que los mensajes entrantes tendrían una gran profundidad y mi misión estaba comenzando a escribirse.
Mi estado ya estaba viajando en una nueva estación, en la que nuevamente, el conductor sería mi propio corazón.
MARIANO SANTORO

lunes, 19 de diciembre de 2016

Entre la espera, la verdad y la vida

Llega un momento en que la espera puede hacerse demasiado extensa, pero los tiempos de la verdad, se miden de otra manera. 
Llega un momento en que la vida, nos sorprende y nos visita de una forma especial.
La verdad, está siempre cerca nuestro, aunque la oscuridad intente tapar.
Y todo se trata de descubrir las maravillas que la vida nos ofrece en cada oportunidad.
Momentos en los que la reflexión se hace presente y nos brinda la tan necesaria paz interior.
Y nos acompañan los brindis llenos de deseos.
Un clima que emociona, llega para animarnos, para decirnos las palabras que queremos escuchar.
La esperanza ya se transformó en una vieja amiga.
La verdad es parte de nuestra esencia.
La vida es lo que tanto amamos y muchas veces no la valoramos.
La sorpresa está tan cerca que otras emociones tratan de taparla.
Nos cubrimos de problemas y sacarnos el peso, es la tarea obligada.
La desnudez del alma es clave para el crecimiento de todo nuestro ser. 
Y al lograr esa evolución, un nuevo camino se abre hacia nuevos destinos.
Una silla nos ofrece el merecido descanso y sirve para aprender a esperar.
Los muebles que nos rodean, saben que algunos cumplieron su misión, pero igual, nos siguen acompañando.
La soledad no tiene que ser problema, porque la mejor compañía somos nosotros mismos.
En nosotros, vive el mejor amigo que podamos tener.
Aprendamos a disfrutar del momento perfecto en que nos toca vivir la vida.
MARIANO SANTORO

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Agradecer

Agradecer es el verbo que abre las puertas necesarias a lo que el corazón desea.
El tiempo que uno pasa agradeciendo, es de alto poder espiritual.
Conectamos con nuestra divinidad y desde la humildad, sólo esperamos esa caricia que nos tranquiliza y nos hace pacientes.
Esos pequeños instantes de oscuridad que quieren acercarse, los enfrentamos y la luz divina se encarga de alejarlos.
Nuestro cuerpo toma una postura especial y no se trata de comodidad, sino de disfrutar el momento obsequiado a la gratitud.
Palabras que acompañan a nuestro agradecimiento e iluminan todo nuestro ser.
La sonrisa se instala en el rostro con ganas de eternizar su lugar.
La fragilidad se hace presente y nos sentimos livianos.
Es el momento en el que toda carga, se desvanece y nos hace libres.
Un proceso natural de limpieza hace su tarea para sanarnos.
La mirada se hace interna y viaja por el cuerpo, por cada órgano, iluminando y sanando cada herida y todo lo que alguna vez nos haya dolido.
El color blanco, casi transparente, es lo que vemos sin mirar; porque lo sentimos cerca, casi palpable.
Breves momentos de sueño, estando despierto e imaginando todo lo que vendrá.
La ilusión toma color y forma y lo que anhelamos, se vuelve material.
Y a través del viaje, hemos aprendido que determinados materiales, son para mejorar nuestra energía.
Sonreímos y fluyen pequeñas risas de alegría.
Soltamos emociones que nos cubren y volvemos a sentir las caricias.
El abrazo de mayor poder que podemos sentir, es el que le damos al abrirnos al amor.
Agradecer, nos ofrece el espacio a poder ver el horizonte que el destino nos tiene preparados.
MARIANO SANTORO