domingo, 13 de diciembre de 2009

Seguir sin sufrir

Siempre se ha dicho que nadie muere de amor. Pero cuando perdemos una pareja, sentimos que se nos viene el mundo abajo.
Cuando la estabilidad del corazón ya era profunda. Cuando invertiste todo de vos y te sentías bien, te sentías feliz. Cuando al despertar, recordabas la noche anterior y una gran sonrisa te daba el empuje necesario para seguir.
Todo se derrumba en el momento que menos lo esperamos, como si fuese una película de catástrofes, de fin del mundo.
De dónde sacar fuerzas?
Cómo hacemos para volver a hacer lo que veníamos haciendo, pero esta vez, solo nosotros, sin esa pareja a nuestro lado?
Sufrir no viene de la nada. Muchas veces he hecho una comparación; la del HIV y Sida. Comúnmente se dice Sida, pero en realidad, el Sida es una etapa muy avanzada del HIV.
Sufrir, es una etapa muy avanzada de una suma de elementos que llegan a ese nivel a punto de explotar.
Cualquier pareja se banca pequeñas discusiones, algunas peleas. Pero se acumulan, se van llenando en nuestro ser y llegado un momento, quizás el que con menos fuerza nos sentimos, nos hace mal.
Todo comienza con algo pequeño, se dicen palabras que duelen al alma, hasta es probable que se llegue al contacto físico y no hablo del íntimo y más hermoso que una pareja pueda tener, sino a los golpes, a tirarse cosas. El maltrato que damos o recibimos nos destroza y a la vez, estamos tan poseídos y tan cerrados en nuestro punto de vista que creemos que solo es nuestra verdad; no admitimos otra opinión.
Al cerrarnos, el orgullo toma control de todo y ahí, hacemos daño y mucho.
El ejercicio que debemos poner en práctica es tratar de ser dóciles, de frenarnos y reconocer que ya no estamos solos, sino que decidimos tener una vida de a 2, hacer y formar una pareja.
Estar de acuerdo con el pensamiento del otro, aunque no lo compartamos en su totalidad, cuando estamos en pareja, debemos ceder. No siempre tendrán nuestros mismos gustos. No siempre estaremos de acuerdo en todo.
Es una gran prueba que solo pasaremos, si estamos decididos a ser felices y compartir esa felicidad.
No pensemos en todo lo que podemos sufrir, sino también en que podemos hacer sufrir a la persona que está con nosotros.
Bajemos del orgullo y demos la razón, ya que al darla, eso se llama compartir y pensar de a 2.
Y si igual se llega al final de una etapa, sigamos y tratemos de no sufrir.
Ya recuperaremos la fuerza para quien venga a acompañarnos en el resto de vida que nos quede.
Tengamos FE.
MARIANO SANTORO