Un día amaneciste y te diste cuenta que la semilla del amor, vivía en vos.
Fuiste creciendo no sólo en años, sino que también en sabiduría.
Fuiste construyendo tu ser y tus raíces tomaron la fuerza necesaria para aferrarse a todo lo bueno.
Cada rama ha hecho su camino hasta encontrarse con su propia naturaleza.
Tu rostro, tomó el color de la vida.
La tonalidad estaba acorde a lo que celebraban tus emociones.
La mirada, ya sabía encontrar los caminos que anhelaba.
La piel, fue cubriendo sus viejas heridas.
Cicatrices circunstanciales que han sido parte del viaje.
Tus oídos, han aprendido a escuchar los latidos del corazón.
La guía, ya estaba equilibrada para poder continuar.
Edificaste nuevos y sanos pensamientos.
Los labios, ya tenían palabras que servirían de caricias para todos los que se animen a oír.
El amor personal, el valoramiento y la autoestima, se elevaban hacia la divinidad.
Y aunque las hojas cambiaban de estaciones, en cada una se soltaba lo que ya había cumplido su ciclo.
Toda una mente estaba renaciendo para dar mayor sentido a lo que estaba por llegar.
Las vivencias que se extendían por el cuerpo, le daban intensidad al ser.
Hoy te sentís orgullosa de haber sido tu propia arquitecta.
El proyecto más importante de tu vida, sos vos.
MARIANO SANTORO