La mañana había sido agotadora.
Quizás por la extensa noche en la que no pude dormir.
Y aunque soy de acumular cosas, junté cansancio.
Y eso no era necesario.
No pude frenarme a tiempo y ahora, me sentía desganado.
Y justo vi esa hamaca.
Mi rostro se llenó de felicidad y me fui a sentar.
Corría un lindo aire y alcanzaba a moverme.
Mi mente, inmediatamente, comenzó a viajar.
La primera parada fue la infancia.
Ahí sí que anhelaba salir del colegio para ir a la plaza.
Varias veces, jugaba competencias para ver quién saltaba más lejos.
Y los golpes, llegaban, pero venían con muchas sonrisas y eso nos hacía bien.
Con los años, llegó el amor y en las hamacas también era un lindo lugar para conversar.
Y sentado, se fue pasando la vida.
Pero la sorpresa me agarró en el momento exacto para reflexionar y darme cuenta que aún había mucho por caminar y por jugar.
La pasividad no conducía hacia ningún lado y era hora de accionar y moverme.
Los recuerdos, siempre estarán y lo nuevo, llega con sus propias experiencias que se transformarán en agradables anécdotas.
Mi niño interior, disfrutó esos instantes hamacándose.
💜
#MarianoSantoro 羊