Siempre seremos semilla; porque aunque nos hayan sembrado con amor ya hace muchos años, crecimos y aprendimos a dejar lo mejor de nosotros; mientras aprendimos nuevas maneras, costumbres, rituales y mucho más, supimos conservar nuestra esencia.
Supimos cosechar lo mismo que hemos dejado salir de nosotros.
Florecer es nacer.
Somos pétalos que a medida que vamos recibiendo amor y confianza, nos abrimos al mundo y a quienes quieran darnos lo mejor ya que nosotros nos brindaremos de igual manera.
El que admira nuestra belleza, es porque vio más allá de lo externo.
Una flor es un todo y el contenido es lo que más asombra y sorprende, porque no hace sombra, sino que se prende e ilumina todo lo que somos para poder dar brillo y sentirnos útiles y serviciales.
Tanto amor, tanto ser; para poder amanecer y crecer.
Tanta hermosura, tanta belleza; que aprendió de la dulzura, a superar la tristeza.
Florecer con suavidad, es como nacer en navidad.
Es darle el valor verdadero a la vida, porque es nuestra mejor escuela.
Florecer viene de adentro, porque lo que nos hace dejar salir, es todo lo que está guardado.
Y aprendimos a protegernos, porque sabemos que hay vientos, pero el sol es más fuerte y es el necesario para seguir.
Y también necesitamos del hermoso elemento que es el agua y es lo que nos ayuda a crecer fuertes, a través de la sed de conocimiento.
Florecer es sentir la caricia y comprender que existe el amor sano.
Somos semillas que se transforman y se amoldan a las situaciones.
Y el amor sana en todas sus formas y entre todas, son las que nos hacen unir.
Las diferencias nos abren al mundo y nos conectan cuando sabemos el valor de la comunión y el compartir.
Y la música es quien nos deja bailar y seducir a través de nuestros movimientos, que nuevamente el viento, es un buen compañero y buen maestro.
Florecer, porque aún hay mucho por crecer.
Y en cada instante, dejamos salir más de nosotros; nos expandimos y a la vez, provocamos energía.
Nos miran, porque aprendimos a observar.
Nos sienten, porque aprendimos a ser.
Se alegran, porque aprendimos a generar felicidad.
Contagiamos perfume, porque es el aroma del feliz corazón que nos da sabor y nos embellece.
Florecer, es el primer verbo por conocer.
Maduramos desde adentro y fortalecemos nuestra esencia.
Florecer es dar fragancia en la sana elegancia de vivir.
MARIANO SANTORO
Supimos cosechar lo mismo que hemos dejado salir de nosotros.
Florecer es nacer.
Somos pétalos que a medida que vamos recibiendo amor y confianza, nos abrimos al mundo y a quienes quieran darnos lo mejor ya que nosotros nos brindaremos de igual manera.
El que admira nuestra belleza, es porque vio más allá de lo externo.
Una flor es un todo y el contenido es lo que más asombra y sorprende, porque no hace sombra, sino que se prende e ilumina todo lo que somos para poder dar brillo y sentirnos útiles y serviciales.
Tanto amor, tanto ser; para poder amanecer y crecer.
Tanta hermosura, tanta belleza; que aprendió de la dulzura, a superar la tristeza.
Florecer con suavidad, es como nacer en navidad.
Es darle el valor verdadero a la vida, porque es nuestra mejor escuela.
Florecer viene de adentro, porque lo que nos hace dejar salir, es todo lo que está guardado.
Y aprendimos a protegernos, porque sabemos que hay vientos, pero el sol es más fuerte y es el necesario para seguir.
Y también necesitamos del hermoso elemento que es el agua y es lo que nos ayuda a crecer fuertes, a través de la sed de conocimiento.
Florecer es sentir la caricia y comprender que existe el amor sano.
Somos semillas que se transforman y se amoldan a las situaciones.
Y el amor sana en todas sus formas y entre todas, son las que nos hacen unir.
Las diferencias nos abren al mundo y nos conectan cuando sabemos el valor de la comunión y el compartir.
Y la música es quien nos deja bailar y seducir a través de nuestros movimientos, que nuevamente el viento, es un buen compañero y buen maestro.
Florecer, porque aún hay mucho por crecer.
Y en cada instante, dejamos salir más de nosotros; nos expandimos y a la vez, provocamos energía.
Nos miran, porque aprendimos a observar.
Nos sienten, porque aprendimos a ser.
Se alegran, porque aprendimos a generar felicidad.
Contagiamos perfume, porque es el aroma del feliz corazón que nos da sabor y nos embellece.
Florecer, es el primer verbo por conocer.
Maduramos desde adentro y fortalecemos nuestra esencia.
Florecer es dar fragancia en la sana elegancia de vivir.
MARIANO SANTORO