El cuadro que hoy nos toca ver, parece de ficción.
Una pintura manchada por el comportamiento humano.
Y es tiempo para aprender el arte de saber diferenciar lo que realmente necesitamos.
Muchos podrán sentirse presos de su cárcel emocional.
Y el mayor encierro que pueda existir, es mental.
La llave para salir, es la fe y está siempre a nuestra disposición.
Y como una de la tantas cosas habituales, esa llave se puede perder, puede estar escondida en algún lugar y es en nuestro ser.
Nos cruzamos en varios momentos, con el espejo que tantas veces obviamos.
Y nos muestra algo que asusta, porque el miedo parece estar por encima de nuestra piel.
Y el tiempo, eso tan valioso que tampoco solemos darle valor, es el que hoy sobra.
Es hora de sacar las capas que están cubriendo y tapando todo lo que somos.
Desnudarnos hasta quedar en esencia.
Y nunca será debilidad, porque la mayor fortaleza es mostrarnos a nosotros mismos, del material del que estamos hechos.
Material que no se toca, pero se siente.
Y aunque algunas sillas estén vacías; ya habrá lugar para que las personas que amamos las ocupen.
Aunque estemos rodeados de vacíos físicos, valoremos los espacios para reencontrarnos.
Limpiar la mente y dejarla preparada para los nuevos y buenos recuerdos con la cual alimentaremos.
Y el cuerpo, lo físico, es tan sólo una pequeña parte de nuestra holística.
Un envase sagrado que su mayor contenido, es el alma.
MARIANO SANTORO