Bendita sea nuestra memoria que nos permite recordar la sonrisa bondadosa de quien ha sido parte importante de nuestra vida.
Y aún hoy, a través de la distancia física, pero bien cerquita del corazón, sigue estando.
Y el sólo hecho de pensar en aquellos momentos, que para nosotros se hicieron eternos, nos alegra el día.
Los paseos, las charlas, la complicidad.
Dicen que las maestras son nuestra segunda madre, pero en lo personal y con aval de mi madre biológica, mi abuela es y será mi segunda mamá.
Son muy pocos los días en los que no se me cruza por la mente.
Y lo bueno, es que se queda un ratito.
Mientras cocino, mientras hago alguna tarea.
Siempre que necesito alguna palabra, algún consejo, aparece.
Se da una vuelta y se posa sobre mis hombros.
Su rostro, marcado por la experiencia y sabiduría, hacen su trabajo.
En algún rincón de mis obligaciones, me sorprende y sonríe.
Observa en quién me convertí y creo, que se siente orgullosa.
Las épocas pasadas, no estaban repletas de fotos, sino que todo se aferraba con fuerza a los pensamientos.
Con el tiempo, uno les daba mayor intensidad.
Al recordar alguna anécdota y tardes compartidas.
Hace una eternidad, me llevaba al jardín y hoy, daría cualquier cosa por llevarla a una plaza a jugar.
Porque sé que tengo mucho por aprender y más, si se trata de lo que a ella le tocó vivir.
Con cinco hijos a cargo; como una mano de Poker en la que lo que más ganó, fue darles vida.
💜
#MarianoSantoro 羊
