En alguna parte de nosotros queda sensibilidad.
Crecimos y aprendimos lo que nuestros padres pudieron enseñarnos y quizás no fueron con las palabras correctas, ya que las costumbres cambian con el correr de los años.
Pero nos dieron lo mejor y así llegamos a hoy.
Lamentablemente nos fuimos alejando de esos valores ya que son pocas las personas que lo valoran.
Nos fuimos golpeando y sabemos muy bien que esos golpes los queremos bien lejos de nosotros.
Ya tenemos bastante con pelearle a la vida, como para seguir acumulando malos recuerdos.
Podemos soñar, si es que aún no te olvidaste cómo se hace.
Podemos permitirnos dormir con alguien y no significa que haya sexo, sino simplemente estar y sentir ese abrazo tan necesario.
Hay tanto en un abrazo sincero que no hay palabras para describirlo!
Hay tanto en nuestra cabeza que quiere salir y hacerlo real!
Soñemos, porque al hacerlo sabemos que pudimos descansar y el inconsciente nos premia con ese mundo que idealizamos.
Seamos como niños y juguemos a que podemos conseguirlo.
Seamos adolescentes para sentir esa vibración que es el querer y ser querido por alguien.
Seamos adultos para enfrentar una nueva relación sin miedos, ya que al amar, no hay temor. Nada malo sale de nuestro corazón.
Tu habitación se ve cada vez más vacía. Los muebles no alcanzan a llenar cada espacio de recuerdos del amor que ha pasado y ha estado ahí.
Es en tu propio hogar donde edificaste sueños, un futuro; planificaste y tu pareja también lo hizo y por eso te sentís mal, ya que lo hicieron de a 2, lo hicieron de la manera correcta.
Y te preguntás: Dónde está el error?
La vida tiene sus misterios y nadie nos los puede explicar. El cuerpo somatiza, se enferma y siente un dolor profundo. Ante tanta impotencia de alejamiento nos sentimos indefensos.
Volvemos a ser niños en que desconocemos ese mundo de los adultos. Y no es un atraso, no es que viajamos en el tiempo y debemos emprender el regreso a la madurez.
Somos niños, porque podemos hacer cosas sin sentirnos culpables. Y nuestra adultez, nos toma examen para saber si estamos por equivocarnos.
Un ida y vuelta entre cerebro, corazón, sentimientos y razonamiento.
Luchemos por la felicidad. Vayamos hacia ella. Agarremos las pocas cosas que necesitemos y emprendamos ese viaje.
Que nadie nos saque del camino que elegimos.
En el verdadero camino hacia la felicidad, alguien se sumará a nosotros y seguiremos juntos.
Eso es amor, eso es la vida.
MARIANO SANTORO