Ayer, es uno de los momentos más importantes en la vida de una persona.
Ayer, es cuando aprendiste lecciones que hoy, te hacen valorarte más.
Ayer, tuvo su instante y duró mucho tiempo, porque el día acompañó las palabras que se intercalaban, las miradas cómplices y las ganas de eternizar ese momento.
Son muchas las cosas que han pasado en el ayer de cada uno.
Ayer, aprendimos a caminar, luego de tropezarnos varias veces.
En algún momento del ayer, conocimos el dolor y ya sabemos que esas heridas, las cura el tiempo; por eso es sabio el presente.
En ese ayer, imaginamos un futuro; un mañana juntos, un viaje, una postal que marcara la felicidad de la cuál nos estábamos acostumbrando.
El ayer no debería ser triste, porque hoy, lo recuerdo y me gratifica.
Ayer, han visto la luz sentimientos ocultos.
Ayer, fue emocionante, porque lo disfrutamos, porque creímos y todo lo que duró, ha tenido un motivo; quizás no el que hubiese querido, pero no hay angustia, esa que alguna vez supo ser parte de mis dolores; hoy hay sabiduría, hay mucha paz interna.
Ayer, fue donde conocí el más hermoso mar; ese océano de energía que me supo limpiar de cosas que ya no quería.
Ese romance infinito entre el cielo, la arena y el mar.
Ese amor que está siempre y hace de la naturaleza, una pintura perfecta.
Nos sorprende saber que no hay amaneceres iguales, ni ayeres parecidos.
Cada ayer es único y tiene lo suyo.
Uno, es quien lo hace especial; junto a la buena compañía que se funden en las circunstancias que surjan entre ambos.
Son demasiadas las cosas que pasaron en el ayer y en este caso, la cantidad importa, porque también hubo calidad.
Todo lo vivido, ya ha sido aprendido.
Todo lo experimentado, ya ha sido practicado.
Todo lo que esté por venir, es consecuencia de querer vivir.
Ya todo lo herido, ha sido sanado.
Ya todo lo sufrido, ha sido superado.
Lo que no debemos olvidar es el ayer personal.
Cada uno sabe el valor que tiene que darle.
Ayer, fue uno de los más intensos momentos de mi vida, porque pude conocerte.
Ayer, hoy y siempre, estarás!
MARIANO SANTORO
Ayer, es cuando aprendiste lecciones que hoy, te hacen valorarte más.
Ayer, tuvo su instante y duró mucho tiempo, porque el día acompañó las palabras que se intercalaban, las miradas cómplices y las ganas de eternizar ese momento.
Son muchas las cosas que han pasado en el ayer de cada uno.
Ayer, aprendimos a caminar, luego de tropezarnos varias veces.
En algún momento del ayer, conocimos el dolor y ya sabemos que esas heridas, las cura el tiempo; por eso es sabio el presente.
En ese ayer, imaginamos un futuro; un mañana juntos, un viaje, una postal que marcara la felicidad de la cuál nos estábamos acostumbrando.
El ayer no debería ser triste, porque hoy, lo recuerdo y me gratifica.
Ayer, han visto la luz sentimientos ocultos.
Ayer, fue emocionante, porque lo disfrutamos, porque creímos y todo lo que duró, ha tenido un motivo; quizás no el que hubiese querido, pero no hay angustia, esa que alguna vez supo ser parte de mis dolores; hoy hay sabiduría, hay mucha paz interna.
Ayer, fue donde conocí el más hermoso mar; ese océano de energía que me supo limpiar de cosas que ya no quería.
Ese romance infinito entre el cielo, la arena y el mar.
Ese amor que está siempre y hace de la naturaleza, una pintura perfecta.
Nos sorprende saber que no hay amaneceres iguales, ni ayeres parecidos.
Cada ayer es único y tiene lo suyo.
Uno, es quien lo hace especial; junto a la buena compañía que se funden en las circunstancias que surjan entre ambos.
Son demasiadas las cosas que pasaron en el ayer y en este caso, la cantidad importa, porque también hubo calidad.
Todo lo vivido, ya ha sido aprendido.
Todo lo experimentado, ya ha sido practicado.
Todo lo que esté por venir, es consecuencia de querer vivir.
Ya todo lo herido, ha sido sanado.
Ya todo lo sufrido, ha sido superado.
Lo que no debemos olvidar es el ayer personal.
Cada uno sabe el valor que tiene que darle.
Ayer, fue uno de los más intensos momentos de mi vida, porque pude conocerte.
Ayer, hoy y siempre, estarás!
MARIANO SANTORO