viernes, 4 de octubre de 2013

Experiencia uno sobre uno

Partimos desde una semilla que con el tiempo crece y va tomando forma.
Vamos desprendiendo partes; abriéndonos a la vida y abrazando lo que esté cerca.
Nacemos a un mundo que tenemos que descubrir y esa, es una de las tantas misiones que nos toca vivir.
Debemos aprender, porque somos dependientes hasta que conocemos la libertad.
Cuando entendemos que hay cosas que las podemos elegir por nuestra cuenta, le damos otro valor.
Y a la vez, vamos conociendo los valores humanos; esos que nos servirán para todo este viaje llamado vida.

La mejor enseñanza, nos la proporciona la vida misma; la calle, el empedrado; ya que ahí es en donde se ve una realidad en la que tenemos la obligación de cuidarnos y protegernos, porque no es para sensibles.
Y de alguna manera, tenemos que endurecer lo que más queremos; entre esas cosas, nuestro corazón, para que sólo se dedique a amar y hacer el bien.
Nuestros pétalos comienzan a despertar, al igual que nuestras sensaciones.
Nos extendemos y vamos queriendo ocupar un espacio importante en la vida; queremos dejar huellas y darle un buen sentido a nuestra existencia, a este paso por el planeta.

Mucho de lo que vemos afuera es para saber reconocer que lo que verdaderamente importa, está en nosotros mismos.
Le vamos dando un nuevo sentido a lo que nos habían mostrado, porque no todo es como dicen y la mejor manera de comprobarlo, es por nuestra cuenta.
Y nuestro crecimiento, se tiene que hacer en todos los niveles y esa tarea, no es fácil.
La autoestima es un elemento principal, sumado a todo lo que nos permita expresar los sentimientos sin que estos, nos afecten.
Aprender a dar, para recibir lo correcto.
Y somos una gran unidad.
Somos UNO.
Y a ese ser, queremos que crezca, que se reproduzca, que se nutra y vaya compartiendo con otras personas.

Toda la experiencia que hemos sabido aprender, la podemos compartir y hasta enseñarla por el bien de los demás.
Vemos que todo dolor se puede transformar en sufrimiento y es un gran ejemplo para poder brindar nuestra ayuda.
Nos vemos en el otro y en su problemática.
Nos encontramos luego de haber conocido lo que es perder.
Nos maravillamos con nuestra propia luz interior, porque alguna vez nos sentimos débiles ante la oscuridad.
Dicen que el saber no ocupa lugar y ese mismo conocimiento, nos es útil y nos hace serviciales ante nuestro prójimo.

Podemos hablar, porque aprendimos a escuchar.
Podemos ayudar, porque hemos sabido entender los consejos sabios que nos han dado.
Y somos una gran cadena llena de eslabones que vamos afianzando y uniéndonos con más fuerza, cuando nos reconocemos, cuando encontramos similares, cuando son nuestros brazos los que pueden tenderse al que está caído.
Todo lo que entra por nuestra vista, se aloja en el cerebro y vamos categorizando y algunas cosas, las alojamos en nuestro corazón, que es lo más valioso que tenemos.
Podemos ser modelos, porque nosotros mismos hemos visto ejemplos que nos sirvieron para crecer.

Nos reflejamos en otros ojos.
Nos vamos abriendo a la confianza.
Y nos dan un espacio en el corazón ajeno.
Vivir en nosotros, es aprender a valorar al otro.
Proyectamos no solo planes e ideas, sino que esa proyección es eterna y a la vez, se refleja en la vida de los demás.
La experiencia uno sobre uno, es un conjunto de sensaciones y emociones, es hablar y escuchar, es abrazar y saber que podemos amar y que nos pueden amar.
Es el boomerang del amor verdadero.
El ida y vuelta de nuestra entrega; la misma que ilumina el camino para los que quieran seguirnos.

Hay un hermoso viaje por delante y tenemos el gran faro llamado Dios, que nos acompañará y será nuestro guía.
MARIANO SANTOR
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