Sin una guía, es muy probable que una persona se pierda.
No conocemos todos los caminos y eso nos sirve para aprender nuestra finitud.
Cada uno de los caminos que nos toca atravesar en la vida, son para cruzarlos y llevarnos algo.
No siempre ese algo es a favor y eso también es bueno, para darle mayor valor a lo que nos sucede.
Un día, nos decidimos empezar a caminar y ese es el punto de partida.
Nos proponemos una meta, un destino.
Ese será nuestro punto de llegada, para luego comenzar con otro propósito en nuestra vida.
Cuando vamos rumbo hacia ese destino, vamos perfeccionando mucho de lo que acumulamos en la mochila mental.
Las señales externas se cruzan con los sentimientos y nos damos cuenta que hay algo que no va y ahí, frenamos y a veces, torcemos ese rumbo.
Cada circunstancia nos produce sensaciones internas y aparecen las preguntas.
Ese es el tiempo de hacer uso de la balanza de valores, porque es la decisión más importante a tomar.
Todo lo que nos sume, lo que deje buenas huellas, nos permitirá seguir hacia nuestra destino.
Lo demás, se deja al costado del camino y bien lejos de nosotros.
Si nos dejamos guiar por el corazón y nos somos fieles a nosotros mismos; nos transformamos en personas nobles.
La generosidad es una de nuestras virtudes.
La fidelidad de lo que somos y ofrecemos.
La estima que nos tenemos y podemos brindar a quien nos rodea.
Un corazón noble es el mejor consejero.
El espíritu se alimenta de calidad humana.
En el destino, nos encontraremos con causas y razones; con certezas y aciertos.
Y la verdad en nuestros pasos, la sentiremos profundamente.
La honradez nos mantiene firmes.
Y la sinceridad en nuestras palabras, sirven para comunicarnos con personas afines.
La dignidad en lo que sentimos.
La lealtad de cumplir lo que nos propusimos.
Y la dirección correcta, la sabe nuestra noble alma.
Así, llegaremos al destino deseado.
MARIANO SANTORO
No conocemos todos los caminos y eso nos sirve para aprender nuestra finitud.
Cada uno de los caminos que nos toca atravesar en la vida, son para cruzarlos y llevarnos algo.
No siempre ese algo es a favor y eso también es bueno, para darle mayor valor a lo que nos sucede.
Un día, nos decidimos empezar a caminar y ese es el punto de partida.
Nos proponemos una meta, un destino.
Ese será nuestro punto de llegada, para luego comenzar con otro propósito en nuestra vida.
Cuando vamos rumbo hacia ese destino, vamos perfeccionando mucho de lo que acumulamos en la mochila mental.
Las señales externas se cruzan con los sentimientos y nos damos cuenta que hay algo que no va y ahí, frenamos y a veces, torcemos ese rumbo.
Cada circunstancia nos produce sensaciones internas y aparecen las preguntas.
Ese es el tiempo de hacer uso de la balanza de valores, porque es la decisión más importante a tomar.
Todo lo que nos sume, lo que deje buenas huellas, nos permitirá seguir hacia nuestra destino.
Lo demás, se deja al costado del camino y bien lejos de nosotros.
Si nos dejamos guiar por el corazón y nos somos fieles a nosotros mismos; nos transformamos en personas nobles.
La generosidad es una de nuestras virtudes.
La fidelidad de lo que somos y ofrecemos.
La estima que nos tenemos y podemos brindar a quien nos rodea.
Un corazón noble es el mejor consejero.
El espíritu se alimenta de calidad humana.
En el destino, nos encontraremos con causas y razones; con certezas y aciertos.
Y la verdad en nuestros pasos, la sentiremos profundamente.
La honradez nos mantiene firmes.
Y la sinceridad en nuestras palabras, sirven para comunicarnos con personas afines.
La dignidad en lo que sentimos.
La lealtad de cumplir lo que nos propusimos.
Y la dirección correcta, la sabe nuestra noble alma.
Así, llegaremos al destino deseado.
MARIANO SANTORO