La maravillosa experiencia de vivir, nos permite disfrutar de muchos instantes interesantes.
Es la gran oportunidad que se divide en días para que podamos tomar la decisión de poder elegir lo mejor para nosotros en cada amanecer.
Y es muy probable que hayamos tenido que pasar por noches en las que la oscuridad, nos frenaban y se llenaban de miedo y temor.
Las pruebas que hemos vivido, fueron para aprender.
Y aunque hayamos sufrido, han servido para algo más importante que nuestra mente logrará discernir llegado el momento.
Quizás perdimos alguna gente en el camino, pero nos hemos encontrado a nosotros mismos.
Quizás se hayan cerrado algunos círculos tóxicos y el dolor, ya ni queda en el recuerdo.
Quizás tengamos que afrontar situaciones duras para valorar más cuando llegan las buenas.
Y hoy queremos abrir esa nueva puerta.
Una puerta a la vida.
Con todo un mundo por descubrir y reencontrar lo que nos haya sido útil para sabernos emocionales.
Detrás de esa puerta, está lo que ya es hora de dejar bien atrás, en el olvido.
No vemos el detrás, porque no queremos ni debemos mirar hacia atrás.
Todo lo que está delante, es para seguir avanzando.
La puerta la abrimos y miramos para sorprendernos.
En cada paso que damos hacia esa puerta que se abre, nuestro cuerpo se llena de entusiasmo y renueva esperanzas.
Lo desconocido que se encuentre en el trayecto, será novedoso y gracias a la experiencia, podremos saber cómo actuar llegado el momento.
Una puerta a la vida, nos aleja de pasados tormentosos, porque hay un sol que se anima a brillar y se conecta directamente con nuestro ser.
Demos la bienvenida y agradezcamos que podamos ver esa puerta, porque nuestra visión se ha abierto a un mundo mejor.
MARIANO SANTORO