viernes, 29 de enero de 2016

Viaje interior

El viaje interno no se trata de escapar, sino de permitirnos reencontrar con nuestra verdadera esencia.
En el trayecto ya vivido, hemos dejado estelas de situaciones y complicaciones.
Hemos conocido la oscuridad y pudimos aprender a valorar la luz.
Y le dimos más valor a la luz interior.
En toda la búsqueda sin llegar a destinos anhelados, aprendimos que la verdad no es un lugar ni un espacio.
Conocimos el dolor y hubo días en los que quisimos hasta salir de nuestro cuerpo.
No fue tarea fácil soportar, pero comprobamos que la voluntad fue más fuerte que nuestros pensamientos.
Y un día, nos dimos cuenta que la edad era más que un número y que el mismo, avanzaba y no teníamos un manual de instrucciones para las diferentes etapas.
Pero también supimos, porque escuchamos una voz bien profunda, que nos decía que ese niño que fuimos, vivía eternamente en nuestro ser, que se alojaba en el alma y viajaba por el corazón.
Ese mismo niño, se hizo experto y nos enseñaba mucho más de lo que el exterior tenía para ofrecernos.
Y el adulto que ya es parte de nuestra piel, conversa y dialoga con ese niño y la amistad se fortalece.
Y llegado un día común, aparentemente normal, comenzamos ese viaje.
Las ganas aparecen y crecen a cada avance.
Y no es alejamiento, sino que nos acercamos mucho más a nuestro ser.
Y nuestro niño, nos marca el camino, es el guía perfecto en este viaje interno.
Recibimos una hermosa ayuda, porque nos hace recorrer caminos llenos de bellos momentos que son parte de nuestra memoria y teníamos olvidado.
Los recuerdos llegan y emocionan, porque nos hacen ver que tuvimos una linda vida.
Renovamos energías y potenciamos las ganas de seguir viajando, porque las sorpresas están a cada segundo.
Y el tiempo que es ahora mismo, se disfruta más cuando nuestro corazón nos marca el ritmo exacto y sentir que todo es eterno.
MARIANO SANTORO