A través del largo viaje hasta este presente, he atravesado varios horizontes.
Muchas puertas se han abierto y he entrado en lugares equivocados.
Una gran cantidad de muros son los que tuve que aprender a trepar.
Obstáculos que frenaban y otros, que abrían oportunidades.
El gran misterio de ir descubriendo sobre la marcha.
Flechas que conducían hacia lugares nuevos y algunos, daban una pequeña vuelta por el pasado.
Direcciones de sentidos que sirven de guía para continuar caminando.
Y el mar que siempre tuvo un rol muy importante, trajo un hermoso muelle.
Un lugar para sentarnos a reflexionar sobre todo el trayecto ya transitado y juntar fuerzas para seguir.
Un muelle para observar lo maravilloso que nos rodea y que si perseveramos, siempre habrá algo nuevo por conocer.
El tiempo vivido es mucho más que horas que corrieron en un reloj.
Tiempo de experiencia y de comprender que hay mucho más de lo que hoy creemos que es el límite.
Y el final, es solamente la llegada a un sitio como meta y desafío.
Y en ese final, luego de saber aprovechar cada instante y de darle el valor a lo que vamos a vivir, le damos la bienvenida a un nuevo principio.
Un comienzo de sueños por realizar.
Un principio, basándonos en nuestros propios principios.
Una apertura que motiva a ir por otro accionar que nos ayude a crecer espiritualmente.
Siempre habrá más si tenemos esperanza.
Siempre podremos llegar a nuevos finales, pero con la fe bien fortalecida para elevarnos en próximos objetivos.
MARIANO SANTORO