No importa en qué parte del camino te encuentres.
No es relevante tu edad, ya que siempre se puede soñar por algo mejor.
Cuando nos dedicamos a construir lo que queremos ser, nos transformamos en arquitectos.
Y en esa dedicación hacia la perfección de nuestros actos, comienza a crecer el ser que alguna vez soñamos.
Lo que nos rodea, toma otro sentido, porque nosotros hemos cambiado.
Y en cada mejoría personal, lo que sucede en derredor, también se modifica.
La energía que emanamos, la recibimos directamente del cielo que admiramos.
Nos abrimos paso ante tanta oscuridad existente, pero la luz interior es quien nos guía.
Nunca son pocos los rayos de luz que nos iluminen.
El cielo bien sabe cuándo despejar las nubes para nuestra tranquilidad.
El árbol de la vida se extiende con sus ramas para abrazarnos a la fe.
Y la felicidad comienza a ser algo cotidiano.
Caminar es mucho más que un ejercicio saludable.
Sentir, llega antes de pensar, porque la razón, viene después del corazón.
Y es ahí cuando tu latir, se permite vivir.
Y en el fluir de la esperanza, avanzas sin temores, porque tu horizonte te sabrá esperar.
El tiempo que corre, no descansa; pero no se trata de llegar antes, sino de perseverar.
Son las metas que completas y construyes nuevos destinos.
Siempre hay un lugar hacia donde ir y el mejor, es nuestro interior.
MARIANO SANTORO