Pueden ser demasiadas las veces por las que pasamos por puertas que ni siquiera prestamos atención.
Y la educación, no sólo se hace en un establecimiento.
La verdadera formación es la consecuencia de la apertura mental y sin importar el lugar.
Tomamos algunas ilustraciones que vamos dibujando y observando, para diseñar la persona que queremos ser.
Y toda esa ilusión anhelada, se transforma en esperanza.
No siempre estamos preparados para recibir lo que el destino nos pone delante.
Y se nublan los pensamientos y la mirada.
Se graban datos e información que mucha de ella, sólo se acumulan y utilizan espacio valioso.
Nos gusta imprimir instantes, porque sentimos que los hacemos eternos.
Y seguimos caminando en la escuela de la vida.
Recorriendo rincones mientras nos tomamos un recreo mental.
Y ejercitamos la memoria, para comprobar que realmente tenemos experiencia.
Y cada lugar, tiene su propia historia.
Eso es lo que vamos juntando, como coleccionistas de nuestra existencia.
Y la humilde sabiduría, es el hecho de contar y expandir esos conocimientos.
Cursamos materias que desconocemos, para mantener vigente el espíritu estudiantil.
Y más allá del vestuario que tengamos, la elegancia la hace la empatía.
En cada amanecer, nos encontramos nuevos diseños que la vida nos cruza y con algunos, sentimos algo especial que nos motiva a investigar sobre ese tema.
La maravillosa sensación de que siempre podemos aprender.
MARIANO SANTORO