Cualquiera puede sentirse perdido, pero desde la mujer, el camino puede mejorar.
Desde la profundidad que supo conocer, hasta la superficie de lo real.
Bella flor de loto que renace de toda la oscuridad para potenciar su mejor brillo.
Ha nadado por todos los océanos emocionales.
Y cuando la tristeza quiso instalarse en su vida, se corrió lo suficiente para darle más valor a su felicidad.
Amar desde su propio mar.
Querer progresar, por satisfacción personal.
Y la niña interna, que siempre se da una vuelta por su presente para mostrarle que la esencia, perdura.
Desde la mujer, uno encuentra la mejor compañía.
La contención incondicional, que abraza y cura.
Desde su visión, uno aprende a observar todo lo bueno de la vida.
Estrella de mar y dueña de su universo.
Semillas de paciencia que se dan el lujo de transformarse en bellas plantas.
Rosas amorosas que con sus pétalos, acarician el ser.
Agua energética que sabe salir a flote.
Amiga de la sabiduría y madre de la experiencia.
Hija de la resiliencia y compañera de quien sepa valorarla.
Mujer eterna, con aroma a vida.
Desde la mujer, al corazón de cada ser humano.
MARIANO SANTORO