Crecer y darnos cuenta que hicimos las cosas bien y que logramos varias cosas en nuestra vida.
Cada rama ha logrado tener una fuerte raíz ya que pusimos lo mejor de nosotros con todo el esfuerzo vivido.
Muchas hojas se han caído y con ellas, sueños y proyectos que quizás no eran para nosotros.
Otras hojas, mutaron a ramas para fortalecer cada meta.
Crecer, sabiendo que conocimos lo malo y que supimos alejarnos a tiempo.
Que al ver hacia el pasado, dejamos muchos recuerdos positivos y de los otros, que aún hoy, tratamos de superarlos y seguir adelante.
Cuando uno tiene una buena base, o sea la familia y que a la vez, nos llena de reglas y valores, que luego los hacemos propios y se hacen una costumbre y de las mejores que podamos tener.
El ser buena persona se nace y se aprende y se perfecciona con el correr de los años.
Ver a nuestros amigos y tener un maravilloso recuerdo de nuestra infancia, donde todos han sido parte de ese crecimiento.
Formarnos, amoldarnos y hacernos firmes, con convicciones.
Acordarnos que alguna vez fuimos como una plantita y nos regaron con consejos y cuando necesitábamos ayuda, otras gotas de amor nos alimentaban hasta llegar a hoy.
Muchos recuerdos que nos contagian y se hacen sonrisas que perduran durante mucho tiempo.
Crecer, como crece un hijo.
Como crece un amor de pareja.
Cada tanto, alguien tratará de podarnos, de cortar alguna rama, pero debemos creer que eso, no nos hará daño, sino que nos servirá para seguir en constante crecimiento, tanto sea personal o a nivel humano.
Ojalá que alguna vez, podamos servir para ser la sombra de la gente que necesite de nosotros.
MARIANO SANTORO