jueves, 16 de agosto de 2012

Un beso de vida

Son muchos los besos que uno puede recordar en su vida.
Incluso el primero.
Los dulces e inocentes, los más tiernos que hemos dado y recibido.
Los besos marcan el camino a seguir.
Son la clave para medir la intensidad de lo que estamos sintiendo.
Se trata de disfrutar esos instantes que luego serán parte de nuestros bellos recuerdos.
Cuando nos encontramos con alguien que nos agrada, que nos gusta y nos permitimos ese acercamiento que comienza con un beso; nos sentimos vivos, nos sentimos queridos y nuestra imaginación empieza su viaje ilimitado.
Cada día la vida nos besa y nos da ese incentivo para sentir el placer que es el estar vivo y poder hacer lo que cada uno quiere, ama y siente.
Debemos estar dispuesto a recibir lo mejor de la vida.
Cada sorpresa debe ser reconocida, todo lo que nos motive a seguir siendo esenciales para alguien que apreciamos; de seguir viviendo con la esencia por el hecho de apreciar que la vida se vive con el corazón.
Un encuentro causal, un beso pasional, un momento emocional.
Una caricia de paz, una plena sensación de satisfacción.
El amor del cual nos alimentamos y del que vive en nosotros.
Un beso de vida es poder ver a quien deseamos cuando más queremos.
Es poder dar y saber que recibimos mucho más.
Es saber que no hay final alguno porque en cada oportunidad todo aumenta y crece.
Es nacer y disfrutar de cada paso, de cada segundo.
Cuando se besa con el alma no hay tiempos.
No existen los relojes ya que son los latidos los que marcan el ritmo de lo que sentimos.
Cuando no buscamos, encontramos más de lo que quizás tengamos en mente.
Besamos con los ojos, al mirar todo lo que nos rodea.
Besamos con el corazón, porque nos alegramos de ser felices.
Besamos con el alma, por hacer lo que realmente amamos.
Besamos con cada sentido y de esa manera, le damos sentido a la vida.
En cada beso de vida, hay pétalos de amor.
MARIANO SANTORO