Desde el instante en que nacemos, nos cortan el cordón y nos dan ganas de volver a sentirnos protegidos.
Ese "soltar" es lo que nos sirve para poder aprender muchísimas cosas que la vida nos tiene preparado.
Comenzamos a experimentar situaciones y muchas veces, el estar solos, nos cuesta más trabajo.
Nos gustaría sentirnos acompañados y no sólo por una persona con la cual compartir espacios, tiempos, lugares, sensaciones y sentimientos.
Sabemos que en el camino, tendremos mucho por observar y siempre tendremos la gran oportunidad de hablar con nuestro interior.
En ese viaje que nos traslada al lugar que nuestros sueños imaginó.
Ese paseo hacia un nuevo comienzo.
Ya que al llegar y cumplir nuestra meta, una nueva nacerá y gracias a la fortaleza con la cual supimos aprobar la primera de muchas metas, que son parte de nuestro destino, nos servirán para seguir el rumbo marcado.
Y en ese camino, nos iremos acostumbrando a rutinas, a momentos que nos dan placer y satisfacen el alma.
Aferrarse a la vida, es amar todo lo que nos rodea.
Hemos atravesado sitios oscuros y nuestra propia luz fue la que nos supo iluminar la mente para encontrar eso que no buscábamos.
Esa salida necesaria para entrar al lugar anhelado.
Y nos dejamos atrapar por las emociones.
Nos agarramos con fuerza a lo que alguna vez nos salvó, nos quitó lo malo para llevarnos hacia lo bueno.
Y lo bueno, es lo que permite que el corazón se alegre y nos guie hacia lo mejor de nosotros.
Aferrarse a la vida es creer que tenemos mucho por vivir.
Que tenemos un gran mundo por delante y con las puertas de las oportunidades abiertas.
Nuestra sabiduría sabrá en qué lugar entrar y quedarse.
Y en ese trayecto, la naturaleza será el escenario cotidiano con el cual conviviremos.
Nos iremos amigando cada día y nos develará sus secretos.
Aferrarse a la vida, abrazarnos a todo lo que amemos.
A lo que nos deja un sabroso sabor en las venas.
Agarrarnos con fuerza a medida que dejemos salir lo que nuestro cuerpo quiera decir.
Atrapar lo que tanto deseamos y queremos mantenerlo por un largo tiempo.
Extraordinaria la sensación de sentir el poder natural.
El mismo que alimenta el alma.
Porque aferrarse a la vida, es amarnos a nosotros y a toda la divinidad que nos rodea.
MARIANO SANTORO
Ese "soltar" es lo que nos sirve para poder aprender muchísimas cosas que la vida nos tiene preparado.
Comenzamos a experimentar situaciones y muchas veces, el estar solos, nos cuesta más trabajo.
Nos gustaría sentirnos acompañados y no sólo por una persona con la cual compartir espacios, tiempos, lugares, sensaciones y sentimientos.
Sabemos que en el camino, tendremos mucho por observar y siempre tendremos la gran oportunidad de hablar con nuestro interior.
En ese viaje que nos traslada al lugar que nuestros sueños imaginó.
Ese paseo hacia un nuevo comienzo.
Ya que al llegar y cumplir nuestra meta, una nueva nacerá y gracias a la fortaleza con la cual supimos aprobar la primera de muchas metas, que son parte de nuestro destino, nos servirán para seguir el rumbo marcado.
Y en ese camino, nos iremos acostumbrando a rutinas, a momentos que nos dan placer y satisfacen el alma.
Aferrarse a la vida, es amar todo lo que nos rodea.
Hemos atravesado sitios oscuros y nuestra propia luz fue la que nos supo iluminar la mente para encontrar eso que no buscábamos.
Esa salida necesaria para entrar al lugar anhelado.
Y nos dejamos atrapar por las emociones.
Nos agarramos con fuerza a lo que alguna vez nos salvó, nos quitó lo malo para llevarnos hacia lo bueno.
Y lo bueno, es lo que permite que el corazón se alegre y nos guie hacia lo mejor de nosotros.
Aferrarse a la vida es creer que tenemos mucho por vivir.
Que tenemos un gran mundo por delante y con las puertas de las oportunidades abiertas.
Nuestra sabiduría sabrá en qué lugar entrar y quedarse.
Y en ese trayecto, la naturaleza será el escenario cotidiano con el cual conviviremos.
Nos iremos amigando cada día y nos develará sus secretos.
Aferrarse a la vida, abrazarnos a todo lo que amemos.
A lo que nos deja un sabroso sabor en las venas.
Agarrarnos con fuerza a medida que dejemos salir lo que nuestro cuerpo quiera decir.
Atrapar lo que tanto deseamos y queremos mantenerlo por un largo tiempo.
Extraordinaria la sensación de sentir el poder natural.
El mismo que alimenta el alma.
Porque aferrarse a la vida, es amarnos a nosotros y a toda la divinidad que nos rodea.
MARIANO SANTORO