sábado, 2 de mayo de 2015

Ficción

Cuando la realidad comienza a distorsionarse creemos que se transforma en ficción.
Pero ficción no es todo lo que no podemos creer; sino que es algo que nos da la oportunidad para ampliar nuestra mente.
Los sentimientos no son ficción, sino que se pueden frenar y hasta estancar por un tiempo, a causa de algún suceso extraordinario.
Y todo lo sorpresivo que es el enfrentarse a la experiencia de vivir cada día, nos choca contra una fuerte realidad.
Y esa realidad es la misma que a veces, queremos escapar; porque no es de nuestro agrado, porque sabemos que trae consecuencias y cicatrices. 
Querer ver todo lo que nuestra mente imagina también puede resultar una ficción.
Y en esos sueños creamos fantasías que nos trasladan a una felicidad duradera.
Y al despertar, creemos que lo que creímos en esos sueños, puede hacerse realidad y en gran parte es así si le ponemos voluntad y deseos genuinos que salgan desde lo más profundo de nuestro ser.
El mismo ser al cual acudimos y viajamos para tener una conversación con nuestro niño interior.
Y es ese ser que somos en toda la totalidad y que a la vez, no podemos ver, porque se relaciona con el sentir.
Y eso no es ficción, porque al no verlo, podríamos creer eso y nuestra mente se llena de confusiones.
Y alejarse de lo que nos saca de foco, tampoco es ficción, sino que es una realidad que debemos mejorar.
Cuando nos permitimos sentir por otra persona y depositar cada deseo y esperanza, también es realidad, aunque no se cumpla.
Un paraíso en el que no exista la maldad y cada amanecer nos podamos alimentar del amor que emana uno sobre el otro y lo comparte.
Un cielo nevado de estrellas que nos iluminan y forman las mejores figuras que jamás podríamos dibujar.
Y nuestra inocencia niñez que ha crecido y se encuentra con la adultez de saber que hay otra persona que llega para sumarse a nuestra vida.
Y nuevamente la ficción de todo lo que pensamos e imaginamos.
Porque cuando logramos cubrir la soledad con la compañía de nuestro espejo materializado y hecho persona; nos damos la chance de volar, de soñar despiertos, de creer que no todo es ficción.
Y la ficción es una realidad que aún no fue, porque está en nosotros tomar la decisión correcta de hacer lo que nos dicte el corazón.
MARIANO SANTORO