Las experiencias fuertes de la vida, nos hacen observar la realidad que quizás veníamos ocultando.
No enfrentamos a un baño de sorpresa en el que lo adverso, llega para dejarnos un mensaje.
La urgencia y la necesidad de darle una pronta solución al tema, se hace de vital importancia.
Cuando nos decidimos a sacarnos la venda y mirar todos los problemas, tanto sean propios o ajenos, crecemos.
Nuestro interior se hace más fuerte y resiliente.
Pruebas y exámenes en este colegio llamado vida.
Y aprobar es superar los obstáculos.
Cuando vamos logrando la paz interna, la claridad de la propia naturaleza de las cosas, nos muestra un camino.
Y es parte de mi destino que me reencontré con una tarea pendiente.
Mi misión.
Nació conmigo la idea de poner en práctica, todo lo que fui aprendiendo en cada etapa.
La solidaridad corre en mi sangre y es motivadora.
Mis emociones le abrieron las puertas para que junto a todo mi ser, puedan accionar desde el corazón y con la fuerza del alma.
Y el camino se extendió.
Una fuerte luz divina comenzó a iluminar mi mente y así, dejar nacer nuevas ideas y proyectos.
Reencontrarme a mí mismo y crear mi propia misión.
Amaneceres de esperanza que se abren antes la espiritualidad que vive en mi ser.
Y todas las semillas que han sido esparcidas a través de mis vivencias, hoy son bellas flores.
Mi misión es simplemente ayudar; con todo lo inmenso que pueda existir en esa pequeña palabra, pero con un poder impresionante y sanador.
MARIANO SANTORO