Frente a mí, tengo el puente.
Luego de extensos caminos, logro visualizar el puente que tantas veces anhelaba en mis sueños despiertos.
Puente que me traslada de un lugar a otro, algo material que motiva mis emociones.
Un puente que me permite ver todo lo vivido y con la esperanza de cumplir mis nuevas metas si me adelanto en mi camino.
No significa que el puente sea de madera o fierros, ya que también veo un arcoíris que brilla y potencia mi luz interior.
Hoy sé lo qué es esa luz que me guía, ya que gracias a ella, llegué a estar aquí, en este presente, delante del puente que no sólo observa mi mente.
Mi corazón se alimenta de alegría, porque visualiza un nuevo destino.
La sorpresa de este encuentro, me transmite paz y hacia ahí me dejo llevar.
Todo a mi alrededor se llena de mágicos colores y mensajes de satisfacción.
El puente es quien me habla y conduce a mis próximas experiencias.
Extiendo mi mano para tocar algo que sólo ve mi alma.
Y mi mirada cómplice con mi sonrisa sabe la verdad y también siente alegría.
En mi pasado he cruzado varios puentes y algunos se han roto a mitad de camino, pero me han servido a aprender a arreglarlos.
Ser constructor de mi propia vida, mediante pasos que salían desde mi voluntad por crecer.
Porque al igual que florecer, todo tiene su tiempo.
Y es el tiempo presente que me muestra una ilusión verdadera.
Un río que fluye y avanza mientras sigo las huellas de mi percepción.
Y todos mis sentidos hoy tienen más sentido vital.
Llegar a estar delante de el puente, significa que el amor nos guía hacia algo mucho mejor.
MARIANO SANTORO