Varias han sido las noches en que mi única compañía ha sido la soledad.
En esas noches, la oscuridad externa no interrumpió mi luminosidad.
Y seguí mi vida creyendo que algo mejor estaba por suceder.
Siempre hay algo nuevo y hay nuevas y buenas oportunidades.
Y las noches han servido de experiencia y de mucha inspiración.
La música estaba presente y me dejaba llevar por las palabras que dejaba testimoniada en varios papeles.
Y así, el día me encontraba accionando y reaccionando a lo que la vida me tenía preparado.
Y he logrado sorprenderme varias veces.
Disfrutar del día es aprovechar cada instante y saber detenerse a tiempo para tratar de no fallar y hacer las cosas correctas.
Y los días continuaban queriendo transformarse en rutina y ahí fue cuando comenzó la lucha y la habilidad de darle ritmo en cada amanecer.
Y se fueron sumando años que pasaban con situaciones agradables y principalmente, con varios obstáculos que he sabido sortear.
Y lo maravilloso del sol que nacía en mí cada día, dio paso al atardecer.
Donde la luz externa baja para dejarle paso a lo que uno es.
Y mis emociones se hicieron sentimientos.
Y mis deseos, ya eran ganas constantes y cada vez más fuertes.
Y es bellísima la sensación de que alguien llega a nuestra vida para sumar.
Para sumarse a través de su compañerismo y con todo lo que ambos nos animemos a descubrir.
Porque no sólo se trata de escribir una linda historia de amor, sino de vivirla.
Atardecer en vos, es darle mimos al corazón, es agradecer al cielo que nos regala colores para que juntos, podamos maravillarnos y es encontrar nuestro propio lugar en el paraíso.
MARIANO SANTORO