Las vueltas de la vida se han transformado en una calesita.
Girando en círculos sin encontrar salida.
Intentando cerrar historias que no han tenido ni siquiera un buen comienzo.
Por momentos, la mente se ha tornado un laberinto donde a cada pensamiento, un nuevo obstáculo.
Y no sólo se ha perdido tiempo, sino que las oportunidades no lograban llegar y entrar a ese círculo.
Se había cercado en altos muros de prejuicios y desaliento.
Hasta en alguna ocasión, ya ni se sabía si era de noche o día.
El arriba daba lo mismo que el fondo, porque no se visualizaba nada favorable.
Y en una de esas tantas vueltas, un nuevo giro había llegado.
Te frenaste en tu corazón.
El que tenía deseos de latir por algo que valiese la experiencia.
Y comenzaste a nadar en lo que se veía como un mar profundo y te permitió acercarte más a vos.
No era que te habías cerrado, sino que fue el instante de haberte encontrado lo más cerca de vos.
Y esa posibilidad te dio la sabia oportunidad de descubrir tu brillo y de a poco, en su potencial.
Conseguiste ver tu cielo interior y ya sabías hacia donde dirigirte.
Los puntos cardinales, fueron marcados a sello.
Tu horizonte se iluminó y comenzaste a alimentarte con emociones positivas.
Los problemas se fueron esfumando hasta desvanecerse en recuerdos casi ajenos.
Y la solución, siempre estuvo al alcance, sólo tenías que comprender que las maravillas que uno puede anhelar, está todo en vos.
MARIANO SANTORO