Desde la primera mirada que te conectó con tu madre.
La luz tenue que salía de la puerta entreabierta en las noches de crecimiento.
Los pequeños pasos que te permitieron caminar.
Los mismos que te ayudarían a llegar al lugar que quieras.
La libertad de poder transitar y descubrir tu propio camino.
El brillo de tu mirada al conocer y enfrentarte al amor.
Mezcla de inocencia con sentimientos encontrados.
La luz del amanecer que te encontraba estudiando y en otras noches, acompañada de amores.
Todo tu ser se fortalecía y la espiritualidad se fusionaba con tu piel.
Cada una de esas pequeñas luces, hoy se juntan en un anillo poderoso.
La luz de tus ojos, se multiplica al ver crecer a tus propios hijos, como también a tus proyectos y sueños.
Todo se entrelaza y se arma con piezas que fueron unidas con amor.
El maravilloso poder que tiene hacer cada actividad diaria, con placer.
Llenarnos por dentro; alimentarnos con la divinidad.
Amigarnos con todos los momentos oscuros que hoy nos hacen valorar la luz.
Todo toma su forma ideal, cuando nuestra visión se expande y cree en lo que va a llegar.
Nos detenemos algunos instantes para disfrutar de lo logrado, mirando hacia el nuevo horizonte.
Y nuevas luces se asoman en cada puerta que abrimos.
Y en cada corazón que le hablamos, le decimos: "Construye tu luz", esa es tu sagrada misión.
MARIANO SANTORO