martes, 15 de enero de 2019

Manos de vida

La adolescencia los encontró con un sueño por cumplir.
Se animaron a formar algo mucho más que una pareja.
Una historia que comenzaba a escribirse con tinta eterna.
La noche los distraía y traía amistades que durarían el tiempo suficiente para valorar la amistad.
El día laboral, los mantenía ocupados y con las ganas justas y necesarias para el reencuentro.
Y esas manos que se aferraban, tomaron la fuerza suficiente para abrir la puerta a un nuevo ser.
Muchísimas anécdotas en el medio.
Una gran cantidad de adversidades en la que, juntos, lograron superar.
La vida los unió y ese lazo divino, también está protegido por Dios.
Pruebas varias que aparecían para mostrarles que el poder interior era real.
Situaciones en las que la fe, jugaba su rol más importante.
Y las palabras que quedaron y aún son pilares, recuerdan toda clase de momentos.
Porque la memoria no elige, sino que mantiene por protección, la información para no darle paso a la debilidad.
Y transitar el camino juntos, hoy ya tiene una cifra inmensa, pero llena de cariño.
Esos sentimientos que, a la manera de cada uno, están.
Manos de vida que acompañan.
Y aunque por instantes no haya cariño que se exprese, se demuestra estando.
Crecieron a la par y ambos, aprendieron diferentes materias, pero todas en nombre de la fidelidad a esa unión.
La que los hace eternos, la que orgullosamente, llamo: La Trilogía Perfecta.
MARIANO SANTORO