La vida misma es un inmenso arco.
Comenzamos al nacer y el viaje dura hasta que logremos darle sentido a todo lo que nos toca vivir.
Lo más interesante es el viaje y lo que hacemos para sentirnos felices.
Los sueños, siempre nos sabrán acompañar si les damos el valor preciso y la importancia que se merecen.
No hay edad para soñar con algo mejor, con un nuevo viaje y obviamente, con el amor.
El amor que aprendió a crecer en nosotros y desea ser compartido.
Y van apareciendo personas con las cuales algunas de ellas, nos sentiremos cómodos.
Con otras, tendremos la sensación de paz y libertad.
Y con algunas, hará que nuestro interior vibre.
Podrá descolocar algunas piezas, pero el corazón marcará el ritmo de una bella sensación.
Y es ahí en donde retomamos los sueños y comenzamos a viajar a través de la imaginación.
El sueño profundo, me invita a pasar y visualizo lo que guardo desde mi adolescencia.
Una playa despejada, con la tonalidad perfecta que sólo puede dar la divinidad.
Los invitados ya van tomando sus lugares.
La música comienza a sonar y todos estamos Rezando por más tiempo.
Ese tiempo precioso en el que todo se trata de compartir.
Disfrutando de la compañía y que el corazón quiere fusionarse con otro.
La blancura de la espuma del mar, se mezcla con nuestra vestimenta.
Y nos encontramos en el arco de amor, en el arco de la vida.
MARIANO SANTORO
