Sin conocer a la cumpleañera, me invitan a una fiesta especial en un edificio de lujo.
Pregunto por la persona en cuestión y ella misma me da la bienvenida.
Comienzo a caminar por todos los sitios y haciendo nuevas amistades.
Como y tomo algo, como para pasar el tiempo.
La música suena, pero no presto atención a lo que está sonando.
Me acomodo tranquilamente entre 2 chicas y se acerca la homenajeada.
Me pregunta si sé bailar y el motivo de no estar en "la pista".
Le digo que no había nadie disponible y ella me dice que tendría que preguntar mejor.
Las canciones no dejan de sonar y regresa hacia mí y luego de la insistencia, me animo.
Y voy hacia el centro del living para ese gran baile con ella.
Luego me enteraría que su novio se había ido, tras una discusión.
Algo se había generado en mí.
Una sensación de algo nuevo, de algo que dejaría una hermosa huella.
No puedo decir el nombre de las canciones de nuestro momento de baile.
Sí recuerdo la cercanía, mis pies haciendo piruetas y mis brazos, malabares.
Y llegó el momento de los famosos lentos y mis brazos, como tomando distancia, se pusieron sobre sus hombros.
Sé que algo pasó en el ambiente, que los demás compañeros miraban con asombro.
Mi mente hoy viaja a ese instante; a ese bello recuerdo que se eternizó.
Y que terminó en esa primera noche, con el timbre de calle, que eran mis padres que me iban a buscar.
MARIANO SANTORO